miércoles, 22 de abril de 2015

Inicio de “¡VUELVE EL ZORRO!”, mi primera obra premiada, que obtuvo en 1998 el Primer Accésit del I Concurso de Dramaturgos Jóvenes Andaluces. Convocado por el Centro Andaluz de Teatro.


ACTO UNO.

Escena 1. “La masacre del teatro”.

(Dos personajes. Uno de ellos, en escena, prepara y manipula una serie de armas y otros objetos inquietantes.  El otro personaje, entre el público busca a alguien, se ayuda de una linterna, observa el rostro de los espectadores.)

Personaje 1: ¿Lo encuentras?

Personaje 2: Todavía no.  Pero le encontraré, ya lo creo.

Personaje 1: ¿Has mirado, allí, al fondo?

Personaje 2: No, aún no.

Personaje 1: ¿Lo has encontrado?

Personaje 2: Que raro, ¿dónde puede estar?

Personaje 1: Déjame mirar a mí.


(Sube a escena el personaje que buscaba , y realiza la acción que realizaba el personaje 1, que a  su vez baja entre el público a buscar, ahora)

Personaje 1: ¿Cuánta gente hay?

Personaje 2: 75, 30 mujeres y 35 hombres.

Personaje 1: ¿Empezamos por las mujeres o por los hombres?

Personaje 2: Yo empezaría por las mujeres. ¿Les tapamos los ojos?

Personaje 1: Imposible, son muchos.  Que cierren los ojos.

Personaje 2: Cerrad los ojos.  Todos vosotros.  Vamos.

(Apagón repentino.  Todo está a oscuras)

Personaje 1: ¿Han cerrado los ojos?

Personaje 2: Sí, son muy obedientes.  Creo que va a resultar más fácil de lo que imaginábamos.

(Se escuchan voces pregrabadas en todos los ángulos del teatro)

Voz 1: Soltadme. ¿Qué queréis de mí?

Voz 2: Por Dios, soy inocente.

Voz 3: No, a ella no, llevadme a mí, pero a ella dejadla.

Voz 4: ¿Qué es esto, quién me está tocando?

Voz 5: Padre, ayúdame, me han cogido.

Voz 6: No, a mí no.

Voz 7: ¿Qué está pasando aquí, dónde está mi marido?

Voz 8: Piedad, se lo suplico.

Voz 9: Escóndete aquí debajo.

Voz 10: Me han cogido, madre, me han cogido.

Voz 11: Suéltame, me haces daño.

Voz 12: ¿Qué es todo esto, a dónde me llevan?

Voz 13: Hijo mío, no dejes que te atrapen, corre, corre a la puerta.

Voz 14: No me toques, no te acerques a mí.

Voz 15: La puerta está cerrada con llave.  No podemos salir.

Voz 16: Pero, por el amor de Dios, nadie va a tener compasión de unos pobres inocentes.

Voz 17: Mi hijita, ¿habéis visto a mi hija?

Voz 18: Piedad, piedad.

Voz 19: Madre, soy yo, no puedo moverme.

Coro de voces: Por Dios, que alguien llame a El Zorro.

(Se escuchan fuertes golpes y disparos, los dos personajes malvados encienden potentes linternas y se iluminan el uno al otro, están manchados de sangre)

Personaje 1: ¿Es él?

Personaje 2: Creo que sí.


(Se detienen los golpes)

Personaje 1: Parece que ha echado la puerta abajo.

Personaje 2: ¿Puedes verlo?

(Retroceden, en escena, y tropiezan con algo que está tras ellos, lo iluminan con las linternas, es El Zorro)

Zorro: ¡Vuelve El Zorro!

(Lo iluminan fugazmente, pero enseguida caen las linternas, se escuchan gritos, jadeos, sonido de espadas entrelazándose, luego, alguien cae herido, cesa el ruido de combate)

Zorro: Ya pueden ustedes abrir los ojos.

(Se ilumina el escenario lentamente.  Vemos, fugaz, a El Zorro, saliendo de escena.  El personaje 1 se arrastra, herido, hacia el personaje 2, que yace inmóvil.  Llega hasta él, y lo toma entre sus brazos)

Personaje 1: ¿Qué miráis?  Cerrad los ojos; venga, ¿no me oís?  Os lo suplico, cerrad los ojos.

(Oscurece lentamente)








  Escena 2.  “¿Recuerdas a El Zorro?”.

(Un entrevistador parado en medio de una calle transitada, todos los transeúntes, vestidos de la misma guisa, sombrero ancho y poncho hasta los pies)

Entrevistador: ¿Recuerdas a El Zorro?

Transeúnte 1: El Sorro está vivo. ¿No me cree, amigo?  Mírelos a ellos.  Nesesitan creer que El Sorro vive, igual que usted, en lo más profundo de sí, quieren creer que El Sorro está vivo.

Transeúnte 2: Yo mismo enterré su cadáver; llovía a cantaros, hisimos un pequeño agujero, la tierra era dura.  El Sorro era grande, sus piernas quedaron fuera del hoyo.  Los niños no dejaban de aullar.  El resultado de la autopsia fue curioso, el Sorro no tenía intestinos, ni hígado, no tenía pulmones, ni siquiera corasón, era completamente hueco por dentro, ¿me cree, verdad?  No era un hombre corriente, era una espesie de..., ¿no me cree, verdad?

Transeúnte 3: El Sorro nunca existió, se lo aseguro.  Todo aquello no era más que una utopía.  Yo les advertí: os vais a haser daño cuando despertéis.

Transeúnte 4: ¿El Sorro?  No puedo hablar.  Hay gente que... ya me entiende... no les gusta que se remuevan esas cosas.  Yo tengo mujer e hijos... todo eso pasó y ya no importa nada.  Déjeme desirle algo, hay gente muy importante a la que no le gusta que usted vaya por ahí hasiendo preguntas.  Hágame caso amigo, olvídese de El Sorro, no vale la pena perder la vida por tan poco.

(Se escucha un disparo, el mejicano cae, otro viandante lo arrastra fuera de escena)

Transeúnte 5: Te lo advierto gringo, déjenos en pas con sus preguntas y váyase a casa, acá no nos gustan los tipos curiosos.

Transeúnte 6: El Sorro vive, su memoria está más viva que nunca en el pueblo, él simbolisa todo aquello que el pueblo ama.

Transeúnte 7: El Sorro era un advenediso traidor, amigo de los gringos, era un impostor, vendió a su propia madre por un puñado de pesos.  Yo le conosía bien, éramos vesinos, El Sorro era un mal tipo, abusaba de las mujeres, degolló a su padre y a sus hermanos.

Transeúnte 8: Déjeme en pas, amigo, tengo prisa.

Transeúnte 9: ¿Me pregunta por El Sorro?, era mi hermano, pero nunca le conosí.  Cuando éramos pequeños, solía tapar su cara con ambas manos, padre y madre no fueron capases de reconoserle cuando trajeron su cadáver a casa.

Transeúnte 10: Se lo advierto por última ves, gringo, déjenos en pas.



   
                                      Resultado de imagen de z de zorro







Escena 3.  “¡¿Qué ya no quedan hombres en Méjico?!”

(Un desconocido cuchichea con el entrevistador gringo)

Voz en off del gringo: 30 de agosto del año 86, creo que estoy ante algo mucho más grande de lo que en principio imaginaba, he conocido a un tipo que asegura que El Zorro está vivo, que vive retirado en un viejo rancho, prometió conducirme hasta él, a cambio de unas pocas botellas de tequila.

Desconocido: Tenga cuidado, El Sorro está loco, bebe mucho y araña a los desconosidos, no le gusta la gente, está ya muy viejo.  Se tira pedos todo el rato, no se aserque mucho a él, escupe con fuersa, puede mancharle el traje, no le mire fijamente, eso le pone muy nervioso y tiene los dientes afilados y las uñas largas.

(Se ilumina un lugar en escena, en la que vemos a un hombre viejo, sentado en el suelo, abrazado a una botella de tequila, aparentemente borracho.  El desconocido señala hacia el hombre viejo, el gringo asiente, se acerca con precaución al hombre viejo, éste se incorpora bruscamente y monologa)

El Hombre Viejo: Tres bastados asesinos acabaron con El Sorro, le ataron de pies y manos, le golpearon con sus látigos, le acribillaros a balasos, le rosiaron con petroleo y le prendieron fuego y luego se orinaron e hisieron sus nesesidades ensima de sus senisas, pero El Sorro no perdió en todo el tiempo su sonrisa altiva, les desafiaba y les escupía a la cara, incluso cuando ellos esparsían sus senisas y las pisoteaban, El Sorro se reía de ellos, eso les volvía locos.  Los hombres de El Sorro lo contemplaron todo cabisbajos, yo creo que lo traisionaron, nadie movió un sólo dedo.

(Silencio)

El Hombre Viejo: (Gritando) ¡¿Qué ya no quedan hombres en Méjico?!









Escena 4.  “El viento y El Zorro”.

El Hombre Viejo: El viento y El Sorro viejos enemigos, la capa de El Sorro toreando al viento, o El Sorro cabalgando más velós que el viento, lo recuerdo, el viento rencoroso nunca olvidaba, el viento contra El Sorro, El Sorro contra el viento, el viento y El Sorro guardan las sicatrises de sus peleas, el viento no teme al Sorro, El Sorro no teme al viento, el viento ha traisionado al Sorro muchas veces, el viento es rencoroso, no olvida, El Sorro tampoco olvida, y ha asestado estocadas traidoras al viento.  El viento y El Sorro se temen, se respetan, se aman, se han besado tantas veces El Sorro y el viento, cuando eran más jóvenes, sobre todo.  Se han clavado sus estoques El Sorro y el viento, pero también se han dado caricias muchas horas seguidas, yo les he visto, de noche y de día, he oído al Sorro y al viento durmiendo juntos abrazados, o la capa del Sorro sostenida humilde por el viento, o los largos cabellos del Sorro acariciados tantas veces por el noble viento.

El viento y El Sorro son viejos ya y se respetan, guardan las distansias el uno y el otro, eso sí, a menudo el ansiano viento susurra recuerdos al Sorro, y las lágrimas del Sorro refrescan al seco viento.  Yo he visto al Sorro orgulloso gritar al viento y al viento rugir al Sorro, el Sorro orgulloso, erguido, escupiendo al viento, y el viento golpeándolo, derribándolo una y otra vez,  y El Sorro derribando al viento, humillándolo también, el viento rugiendo empujando al Sorro y El Sorro gritando empujando al viento.  Yo les he visto, he visto todo eso, y todo eso es difísil de olvidar.







Escena 5: “Yo era su madre”.

Mujer: Yo era su madre, también era su hermana, fui su novia y ahora soy su hija.

Entrevistador: ¿Podría usted reconocerlo, si lo viera ahora?

Mujer: No lo sé.









  


Escena 6: “Yo era su caballo”.

Caballo: Yo era el caballo de El Sorro.

Entrevistador: ¿De veras?

Caballo: Yo era el más velós, por eso me eligió a mí, me daba terrones de asúcar y palmaditas en el lomo, juntos él y yo eramos imposibles de alcansar.  Hasta que tropesó con aquella mujer.  Fue su perdisión.  Aquella mujer empesó a alejarlo de mí.  Prefería cabalgarla a ella, aunque yo era más velós.  Le daba los terrones a ella y las palmaditas en el lomo, yo sufría mucho, me sentía traisionado, entonses le abandoné, me uní a sus enemigos, lo hise por despecho, aunque ahora estoy arrepentido.  Yo era más velos que ella, por eso en las persecusiones solíamos atraparlos con fasilidad, aquella mujer tenía las piernas débiles y apenas soportaba el peso de El Sorro, que había engordado un poco.  Era fásil darles casa.











Escena 7: “Yo maté a El Zorro”.

Viejo: Yo soy viejo, pero fui joven.

Entrevistador: ¿Qué puede decirnos?

Viejo: Puedo decir lo que queráis oír, sé hacerlo muy bien.

Entrevistador: El Zorro, díganos algo acerca de El Zorro.

(El viejo tose, se levanta de su silla, vuelve a sentarse, mira al entrevistador, se levanta una vez más, sus piernas tiemblan)

Viejo: Cinco disparos en la frente y un navajazo en el corazón.  Yo le maté.  Pero fue un accidente.  Tiene que creerme.

Entrevistador: No llore, hombre, serénese.

Viejo: Donde quiera que esté, él me ha perdonado, lo sé.

Entrevistador: Tengo buenas noticias.  Él vive.

(El viejo se vuelve a levantar, da la espalda al entrevistador, camina lentamente hacia la salida, se detiene, habla para sí)

Viejo: Lo imaginaba, tendremos que hacerlo otra vez, es muy tozudo.

(Desenfunda su revolver y saca su cuchillo.  Sale de escena)








Escena 8: “El regreso de El Zorro”.

Personaje 1: Ha vuelto.

Personaje 2: ¿Quién es?

Personaje 1: El Zorro.

Personaje 2: ¿El Zorro?

Personaje 1: El mismísimo Zorro, en carne y hueso.

Personaje 2: Está muerto.

Personaje 1: Vive, le he visto con mis propios ojos.

Personaje 2: ¿Y qué quiere?

(Silencio)

Personaje 1: No entiendes.  Es El Zorro.

Personaje 2: El Zorro.

Personaje 1: No pudieron acabar con él, ¿entiendes?

Personaje 2: Sí.

Personaje 1: Está vivo, les engañó a todos.

Personaje 2: ¿A quienes?

Personaje 1: A sus enemigos.  El Zorro vive y ha vuelto.

Personaje 2: Ha vuelto.

Personaje 1: ¿No te alegras?

Personaje 2: ¿Debo alegrarme?

Personaje 1: ¿Es que no crees en El Zorro?

(Silencio)

Personaje 1: Maldita sea. ¡¿Qué ya no quedan hombres en Méjico?!

(Oscuro)




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