YA ES LA HORA.
De Tomás
Afán.
Texto ganador del V Certamen de teatro Isabel Agüera. Ciudad de Villa del Río, 2020.
El punto de partida de esta obra es la incertidumbre que nos acompaña relativa al momento, y al lugar, y a las circunstancias en las que ocurrirá nuestra muerte. A través de un mecanismo de teatro dentro del teatro y con un tono de comedia, en esta obra se desarrolla una trama emocionante con diversas sorpresas y puntos de giro.
Estamos en un teatro, entre bambalinas deambula una MUJER, es una actriz. Hace los últimos preparativos para la inminente representación.
Se escucha,
de pronto, un móvil.
MUJER. (Para sí) Vaya por Dios. El teléfono.
MUJER. (Al aparato) Diga…
MUJER. ¿Qué?…
Para nada, para nada. No estoy
interesada. Adiós.
Cuelga.
MUJER. (Para sí) ¡Qué
llamada más rara!
Se escucha el móvil
de nuevo.
MUJER. Joder con el teléfono, ¡quién será ahora!
MUJER. Diga.
¡Otra vez usted!
¡Que no insista...!
¡Voy a colgar!
MUJER. (Colgando) Hasta la vista.
Respira, la actriz, aliviada.
Volvemos
a escuchar el móvil, con un sonido más fuerte y molesto, si cabe.
MUJER. No me lo puedo creer, puto teléfono, como sea
la misma chica otra vez, me va a oír.
MUJER. (Al
aparato) ¡¿Qué?!
No, aunque venga
personalmente no voy a poder atenderle …
Me da igual que
esté usted aquí al lado…
MUJER. (Enfadada ante la insistencia de su interlocutora) ¡Váyase
a la mierda!
¿Oiga?
MUJER. (Guardando el teléfono) Uff, menos mal, se ha dado por
vencida.
ELLA. (Que ha
irrumpido en escena sigilosamente)
Qué va…
MUJER. ¡Coño!, qué susto.
ELLA. Yo nunca me doy por vencida.
MUJER. Se lo advierto. No compraré nada de lo que me quiera vender.
ELLA. Mi producto no lo podrá rechazar.
MUJER. Por cierto… ¿Cómo ha entrado? La puerta del escenario estaba cerrada.
ELLA. He tenido que atravesarla.
MUJER. No puede irrumpir a la fuerza en un teatro…
ELLA. Va a tener que acompañarme.
MUJER. Imposible.
Yo estoy a punto de actuar.
ELLA. Eso ya lo veremos.
MUJER. Hay libertad de expresión. Las leyes me amparan.
ELLA. Ante mí no te ampara nadie.
MUJER. ¿Eres policía o qué?
ELLA. Digamos que soy una autoridad… diferente…
MUJER. ¿De qué tipo?
ELLA. Espiritual.
MUJER. ¡Lo que faltaba! Perdona que te diga pero estáis llevando esto
de la censura demasiado lejos. ¿Quieres
ver el libreto por si atenta contra la religión o la Constitución o la
Monarquía o…?
ELLA. Calla y sígueme.
MUJER. ¿Me vas a meter en la cárcel?
ELLA. Hay sitios peores.
MUJER. No puedes venir y obligarme a suspender la
función así por las buenas.
ELLA. No te va a quedar más remedio, créeme.
MUJER. Pero quién coño eres tú.
ELLA. ¿Todavía no lo has adivinado?
Soy la visita incómoda. Ya sabes.
MUJER. Coño.
¿Eres de la SGAE?
ELLA. No tan incómoda.
MUJER.
Entonces de Hacienda o de la Seguridad Social ¿o de qué hostias eres? Hay tanta gente que nos ha amenazado con
cerrar la sala…
ELLA.
Soy la que aparece, siempre, una vez en la vida. Al final del todo, exactamente
MUJER. A ver, a ver que yo procese. Tú no me estarás intentando decir que eres
la… ¿muerte?…
ELLA. Hija mía ¡Aleluya!
MUJER. Pues no era tan fácil de acertar.
ELLA. ¿No
has visto la guadaña?
MUJER. ¿Qué guadaña?
ELLA. Joder, otra vez me he dejao la guadaña en la
taquilla. De todas maneras llevo otra impresa en la camiseta. ¿La ves?
MUJER. La veo.
Pero no aclara mucho. La grande
sí, una la ve y sabe a qué atenerse.
ELLA. Ahora
casi nunca la llevamos. Es muy incómoda. Aunque por tradición la mantenemos como logo
de la empresa.
MUJER. ¿Y qué vienes a hacer aquí? Por cierto.
ELLA. ¿A ti qué te parece? ¿Que vengo de visita de cortesía?
MUJER. Te noto un poco hostil.
ELLA. Digamos que no me siento bien recibida en la
mayoría de los casos, y he desarrollado un carácter algo suspicaz.
MUJER. Pues a mí me hace ilusión tenerte aquí,
mujer. A mí es que me vuelve loca el
drama y me pasaría todo el tiempo interpretando
tragedias y tú en esas asignaturas tienes un Máster
ELLA. Soy Catedrática, ¡ya te digo! Pero la
clientela me rehúye y no aprecia mis lecciones.
MUJER. Pues aquí siéntete bienvenida. Estás en el teatro, el hogar de los
marginados, de los desarraigados y de…
ELLA. Vengo a por ti.
MUJER. Qué mal rollo. Lárgate ahora mismo.
ELLA. Negativo.
De aquí nos vamos las dos juntas,
de la mano. Ve haciéndote a la
idea.
MUJER. Pero…
¿Irnos…?
¿…Cuándo?
ELLA. Ya.
MUJER. ¡¿Ya?!
ELLA. ¡Ya!
MUJER. Tú te has parado a pensar en los problemas
que esto me va a ocasionar.
ELLA. ¿Qué quieres que haga? Yo solo soy una intermediaria, no decreto el principio ni el final de nadie,
eso le corresponde a los de arriba.
MUJER. ¿Arriba?
¿El cielo?
ELLA. No, coño, en el cielo no hay más que
nubes. Me refiero a los que están por
encima de mí en la cadena de mando.
MUJER. ¿Y quiénes son esos?
ELLA. Burócratas insensibles.
MUJER. Oye, perdona que te diga, no es que pretenda
cuestionarte pero… Yo todo esto lo veo muy precario.
ELLA. ¿Cómo dices?
MUJER. Yo he visto películas y he leído libros y
esto no se corresponde.
ELLA. A ver, ¿qué es lo que falla?
MUJER. Por ejemplo: lo del túnel y el haz enorme de
luz blanca, ¿dónde está?
ELLA. Cuando me siento creativa monto pequeñas
performances de ese tipo, con un cañón de luz muy chulo que tengo en el
garaje. Pero pesa un huevo hija, y hoy
me has pillado de bajona, no he traído luminotecnia, como no te lo haga con la
linterna del móvil.
MUJER. No hace falta, mujer.
(…)
(Para leer el texto completo enviar mensaje a tomasafan@hotmail.com)
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