ESCENA 1.
(En escena
Sor Conchi y la madre superiora, ambas visten hábitos de orden religiosa)
Madre
superiora.- Hola.
Sor Conchi.-
Buenos días.
Madre
superiora.- ¿Te has levantado más animada hoy, hermana Conchi?
Sor Conchi.-
Sí, madre superiora.
Madre
superiora.- ¿Has seguido mi consejo?
Sor Conchi.-
Al pié de la letra, gracias.
Madre
superiora.- ¿Y cuáles han sido los resultados?
Sor Conchi.-
Fantásticos, me siento wau.
Madre superiora.- Qué alegría.
Sor Conchi.-
Es fenomenal.
Madre
superiora.- Todo es maravilloso, ¿verdad?
Sor Conchi.-
Sí. La vida es bella.
Madre
superiora.- Es hermosa.
Sor Conchi.- Y estos antidepresivos funcionan
deputamadre.
Madre
superiora.- Sí, ¿eh?
Sor Conchi.-
A propósito, madre.
Madre
superiora.- ¿Qué, hija mía?
Sor Conchi.-
Quiero salir al mundo.
Madre
superiora.- ¿Para qué, tontorrona? Si aquí tenemos de todo.
Sor Conchi.-
Ya, pero...
Madre
superiora.- ¿No estás a gusto entre nosotras? Tus canciones, le dan mucha
alegría al convento.
Sor Conchi.-
Sí, pero...
Madre
superiora.- Y además, ahora que nos han instalado el internet, que por cierto
me ha llegado la factura del mes pasado y...
Sor Conchi.-
Pero, madre.
Madre
superiora.- ¿Qué, hija mía?
Sor Conchi.-
Yo quiero irme de misionera.
Madre
superiora.- Ah.
Sor Conchi.-
Me ha entrado la vocación por ahí.
Madre
superiora.- Bueno, hija mía, yo no me quiero oponer, si a lo mejor, has tenido
un mensaje divino.
Sor Conchi.-
Sí, madre, por internet.
Madre
superiora.- ¿Eh?
Sor Conchi.-
El Señor se comunicó conmigo, en forma de correo electrónico.
Madre superiora.-
Yo creo que pasas demasiadas horas con el ordenador.
Sor Conchi.-
Madre, la decisión está tomada.
Madre
superiora.- Está bien, pero que sepas
que irte de misionera es muy duro y tú no estás acostumbrada...
Sor Conchi.-
Soy la esclava del señor.
Madre
superiora.- Bueno, hija mía, hablaré con nuestras hermanas de Africa.
Sor Conchi.-
No madre, Africa no, el Señor me quiere en América.
Madre
superiora.- Ah bueno, tenemos una leprosería en el Amazonas.
Sor Conchi.-
No, madre.
Madre
superiora.- Otra en el Orinoco.
Sor Conchi.-
No, madre, tampoco en el Orinoco.
Madre superiora.- Entonces, ¿a dónde cojollos
quieres ir de misionera, Conchita?
Sor Conchi.-
A Jólibud, madre, a Jólibud mismo o a Disneylandia.
ESCENA 2.
(Sor Conchi,
se aproxima a otra chica que, sentada, parece que espera una cita)
Actriz.-
Buenas ¿ésta es la agencia artística de Jonson y Jonson?
Sor Conchi.-
Sí, compañera.
Actriz.- ¿Compañera?
Sor Conchi.-
Tú eres monja, ¿no?
Actriz.- ¿Lo
dices por el hábito?
Sor Conchi.-
No, sí, bueno, no sé.
Actriz.- No,
no soy monja, soy actriz, actriz porno. Y tú ¿qué eres? ¿Cantante?
Sor Conchi.-
¿Lo dices por la guitarra?
Actriz.- Sí.
Sor Conchi.-
Sí, soy monjita musical y acabo de llegar a Jólibud.
Actriz.- ¿Tú
eres monja?
Sor Conchi.- Sí. Pero de las de verdad.
Actriz.- ¿Y
tu disfraz, dónde está?
Sor Conchi.-
¿Mi disfraz? Ah, el hábito. Es que voy incógnito.
Actriz.- Ah,
eres monja secreta o algo.
Sor Conchi.-
Más o menos.
Actriz.-
Ya. Pues te tengo que preguntar un
montón de dudas.
Sor Conchi.-
¿De dudas?
Actriz.- Sí,
claro, para prepararme mi personaje de la próxima peli porno que voy a hacer:
“Vicios de novicias”.
Sor Conchi.-
Oh.
Actriz.-
Cuéntame algo de vuestra vida sexual.
Sor Conchi.-
¿Nuestra vida sexual?
Actriz.- Sí,
mientras espero a la directora de la peli, es una chica muy artista con la que
no he trabajado nunca, pero me han hablado maravillas de ella.
Sor Conchi.-
Qué bien.
Actriz.-
Bueno, pues dime, cómo os lo montáis en el convento y todo eso.
Sor Conchi.-
Pues muy bien, con el rosario y los polvorones y ya sabes.
Actriz.- Sí,
pero necesito saber más, sobre todo de vuestra vida sexual, yo es que soy
actriz porno del método.
Sor Conchi.-
De cual método, ¿ojino?
Actriz.-
¿Eh?
Sor Conchi.-
¿Tu método es para no tener familia?
Actriz.- No,
soy actriz pornográfica del método de Stanislavsky.
Sor Conchi.-
¿Pero ese método es para no quedarse encinta?
Actriz.- Que
no, tonta, eso es una forma que hay de hacer las películas, metiéndose mucho en
los personajes.
Sor Conchi.-
¿Que te la meten muchos personajes?
Actriz.- No,
bueno eso también, pero me refiero a que tú como actriz, para que te salga bien
el papel, te tienes que meter mucho.
Sor Conchi.-
¿Mucho de qué, de droga o de algo?
Actriz.- No,
meterse mucho en el papel.
Sor Conchi.-
¿En el papel?
Actriz.- Sí,
por eso cuando hice, por ejemplo, “Las Rameras del Volga” estuve una semana en
Rusia, y aprendí a remar.
Sor Conchi.-
Claro.
Actriz.- Y
en “La Guarra de las Galaxias”, me fui a Jiuston a la NASA, para preparar mi
personaje con vivencias interiores. De dentro a fuera, ya sabes.
Sor Conchi.-
De dentro a fuera. Qué interesante...
ESCENA 3.
(En escena
Conchi dialoga con una chica que, cámara en mano, le está haciendo pruebas de
fotogenia)
Directora.-
¿Así que tú eres mi monjita libidinosa?
Conchi.- Sí,
bueno, monjita sí, pero no soy libidinosa soy asturiana.
Directora.-
Me esperaba otra cosa, te veo poco hecha en el oficio.
Conchi.- Sí,
soy más bien novicia.
Directora.- No
te importe, chica, todo es empezar, lo importante es la voluntad.
Conchi.-
Bueno, aquí traigo la guitarra conmigo.
Directora.-
¿Para qué?
Conchi.-
Para la prueba, de las monjitas
musicales.
Directora.-
¿Monjitas musicales? Pero tú no eres la actriz de método.
Conchi.-
Adiós, que me parece que nos hemos hecho un lío.
Directora.-
Bueno, pues yo necesito una actriz de cine como sea.
Conchi.- Ah,
¿esto es para el cine? Pues me apunto, a mí todo lo que sea de hacerse famosa,
me mola que te pasas.
Directora.-
Bien.
Conchi.-
Señorita, quería preguntarle.
Directora.-
¿Qué?
Conchi.-
¿Esto de las películas porno, es algo así un poco verde?
Directora.-
Alto ahí, yo no hago porno de follar nada más, yo hago porno con mensaje.
Conchi.- ¿Ah
sí?
Directora.-
Para hacer pensar a la gente.
Conchi.- Ah,
entonces, no es algo picante, ni nada de eso, ¿verdad?
Directora.-
No, claro.
Conchi.-
Menos mal.
Directora.-
Yo sólo hago porno con mensaje.
Conchi.- Me
quita usted un peso de encima. Porque las fotografías estas que hay por aquí
son un poquillo subidas de tono.
Directora.-
Nada de eso, todas tienen su mensaje.
Conchi.-
¿Ésta también?
Directora.-
Sí, claro.
Conchi.- Un
mensaje muy grande.
Directora.-
¿Sí, verdad?
Conchi.- Y
que entra hasta muy adentro, sí un pedazo de mensaje profundo.
Directora.-
Yo soy una artista.
Conchi.- Ya
veo, ya.
Directora.-
Además yo no hago pornografía en plan sexista. Nada de follar de modo
degradante para la mujer. En mis pelis se follan unos polvos bastante
feministas, ¿sabes?
Conchi.- Qué
interesante.
Directora.-
Sí, y también hago a veces porno social en plan de cambiar el mundo y todo eso.
Conchi.- Ah
pues eso me interesa mucho porque yo he venido a Jólibud precisamente para eso,
para cambiar el mundo.
Directora.-
Bien, ¿entonces te apuntas a la peli?
Conchi.- Si
voy a cambiar el mundo: sí.
Directora.-
Así me gusta.
Conchi.-
Pues nada, parece que voy ser una porno estar.
Directora.-
Sí.
Conchi.- Que
no sé muy bien lo que es, pero aquí estoy.
Directora.-
Genial.
Conchi.- Sí.
Directora.-
Por cierto, ¿has hecho porno, antes?
Conchi.- No.
Pero tengo ya el periodo y todo.
Directora.-
Ah, bueno, entonces...
Conchi.-
Claro.
Directora.-
¿Y has hecho alguna vez...?
Conchi.- ¿El
qué?
Directora.-
Eso.
Conchi.-
Como no te expliques...
Directora.-
Lo que hacen los hombres con las mujeres.
Conchi.-
¿Los hombres y las mujeres?
Directora.-
Sí, ya sabes.
Conchi.- Ah,
casarse.
Directora.-
Lo de después.
Conchi.- Ah,
divorciarse.
Directora.-
Un poco antes.
Conchi.-
¿Pelearse?
Directora.-
No, lo que hacen para tener niños.
Conchi.- Ah,
triqui-triqui.
Directora.-
Sí, ¿lo has hecho alguna vez?
Conchi.- Yo
no. Pero me lo han contao.
Directora.-
¿Quién?
Conchi.-
Mamá.
Directora.-
Entonces no vas a tener problema.
Conchi.-
¿Este papel es el guión?
Directora.-
Sí, es el esquema de mi obra maestra.
Conchi.-
¿Puedo..?
Directora.-
Sí, claro.
Conchi.-
(Leyendo el guión, descubre algo) Pero... Dios mío, ¿sale la virgen en la peli?
Directora.-
No es una peli, es un film.
Conchi.- Ah.
Directora.-
Y con mensaje.
Conchi.- Sí,
pero sale la virgen.
Directora.-
Verás, yo, es que, en el fondo soy muy religiosa, y yo no quiero hacer
pornografía, sin más, yo quiero hacer una obra porno, con mensaje, con mensaje
religioso.
Conchi.- ¿En
serio?
Directora.-
Sí, es una biografía sexual de la Virgen María.
Conchi.-
Pero si no tuvo.
Directora.-
¿El qué?
Conchi.-
Biografía sexual. Era virgen.
Directora.-
Eso es uno de los problemas que me faltan por resolver en el guión. Pero la
idea es buena, ¿verdad?, la primera película pornográfica y católica que cuenta
la vida sexual de la Virgen María. Es una idea cojonuda, ¿no crees?
Conchi.- Yo
creo que sí, que es muy original.
Directora.-
¿Verdad?
Conchi.- Sí.
Directora.-
Pues los diálogos los podemos ir improvisando.
Conchi.- Sí,
claro, los diálogos son lo de menos.
Directora.-
Pues venga, vamos a empezar.
Conchi.-
¿Ya?
Directora.-
Claro.
Conchi.- ¿Y
por dónde empezamos?
Directora.-
Pues por la concepción.
Conchi.- Muy
bien.
Directora.-
Desnúdate.
Conchi.-
Voy.
Directora.-
La cámara está lista, las luces también, y lo único que falta es el actor
principal. Voy a por él.
Conchi.- Te
espero. Qué emocionada estoy, espero que sea guapo.
Directora.-
Aquí lo tienes, tu pareja en la escena de la concepción de la virgen.
Conchi.- Qué
es eso, ¿una jaula?
Directora.-
Síí.
Conchi.-
Dios mío, pero si eso es...
Directora.-
Un canario, se llama Bartolo.
Conchi.-
Adiós.
Directora.-
Oye, espera, no te vayas, que te dejas la ropa.
Conchi.- No
importa, quédatela. ¡¡¡Dios mííííoooooooooooo!!!
Directora.-
Mecachis, sabía yo que tenía que haber cazado una paloma del parque, pero en
fin, el canario era lo más parecido que tenía a mano para hacer de Espíritu
Santo.
ESCENA 4.
(Conchi, que
ha quedado bastante tocada después de sus experiencias con la pornografía,
habla con una psiquiatra)
Psiquiatra.-
Hola, guapa.
Conchi.-
Hola.
Psiquiatra.-
¿Cómo estás, preciosa?
Conchi.-
Bien, ¿y usted?
Psiquiatra.-
Bien.
Conchi.- Me
alegro.
Psiquiatra.-
Muy bien, ya lo creo.
Conchi.- ¿Es
usted otra de esas loqueras?
Psiquiatra.-
¿Loqueras?
Conchi.- De
las que buscan cosas dentro de mi cabeza.
Psiquiatra.-
No, yo sólo paseo por aquí.
Conchi.- ¿No
ha venido a interrogarme?
Psiquiatra.-
¿Qué te hace pensar eso, pequeña?
Conchi.- No
sé.
Psiquiatra.-
¿Lo dices por mi uniforme, o porque llevo tu historial psiquiátrico en la mano
o por los dos electroshocks que te he aplicado hace un momento. O es que de
algún modo me reconoces de la lobotomía que te practiqué el miércoles pasado?
Conchi.-
(Algo atontada por el tratamiento) No sé....
Psiquiatra.-
Qué bonito día hace.
Conchi.- Sí, hoy no lloverá.
Psiquiatra.-
Y del tráfico, ¿qué opinas?
Conchi.- Que
está cada vez peor.
Psiquiatra.-
Sí.
Conchi.- Sí.
Psiquiatra.-
A propósito.
Conchi.-
¿Sí?
Psiquiatra.-
¿Conoces a alguien que se haya intentado cortar las venas?
Conchi.-
¿Qué?
Psiquiatra.-
¿Por aquí cerca?
Conchi.-
Eres una loquera, lo sabía.
Psiquiatra.-
¿Por qué?
Conchi.- Por la pregunta que me has hecho, tú
sabes quién soy yo.
Psiquiatra.-
¿Qué te hace pensar eso?
Conchi.-
Porque yo hice lo que has dicho.
Psiquiatra.-
¿En serio?
(Silencio)
Psiquiatra.-
¿Cortarte las venas?
(Silencio)
Psiquiatra.-
Qué casualidad.
Conchi.-
¿Por qué me has preguntado eso?
Psiquiatra.-
No, por nada en especial, cuando no sé cómo empezar una conversación, siempre
pregunto eso.
Conchi.-
(Escéptica) ¿De verdad?
Psiquiatra.-
¿Por qué lo hiciste, con un hacha?
Conchi.- No
sé, yo era feliz en el convento, pero luego llegue aquí a Hollywood y sin saber
muy bien por qué, me hice actriz porno. Pero por el método de Stanislavsky, eso
sí.
Psiquiatra.-
No vale la pena matarse.
Conchi.-
Peor es pensar en cosas sucias, todo el tiempo.
Psiquiatra.-
¿Qué ves en esta mancha?
Conchi.- ¿En
la mancha?
Psiquiatra.-
Sí.
Conchi.- Un
coño hecho trizas, partido por la mitad.
Psiquiatra.-
¿Y en ésta?
Conchi.- Una
polla que explota y lo rompe todo.
Psiquiatra.-
¿Y aquí?
Conchi.-
Aquí, un hombre con unas tijeras en la poya que está partiendo en dos a una
niña.
Psiquiatra.-
¿Quién es la niña?
Conchi.- Soy
yo.
Psiquiatra.-
No noto nada raro en ti. Todo parece estar en su sitio dentro de tu cabecita.
Conchi.- Ya
se lo he dicho.
Psiquiatra.-
Sin embargo, en tu historial médico aparecen problemas de inhibición en el contacto con otras personas.
Conchi.- Los
he superado.
Psiquiatra.-
¿Estás segura?
Conchi.- Sí,
pero no me toque, por favor, y deje de mirarme, se lo suplico.
Psiquiatra.-
Hay algunas chicas que creen que todo el mundo quiere hacerles daño y abusar de
ellas. Y debes saber que no todas las personas están pensando constantemente en
el sexo.
Conchi.-
¿No?
Psiquiatra.-
No. Tienes que quitarte esa idea de la
cabeza.
Conchi.-
(Esperanzada) Si eso fuese verdad...
Psiquiatra.-
Lo es, te lo aseguro. Es necesario que vuelvas a confiar en la gente.
Conchi.-
¿Confiar en la gente?
Psiquiatra.-
Claro, yo soy tu amiga.
Conchi.-
¿Sí?
Psiquiatra.-
Sí.
Conchi.- ¿Me
lo jura?
Psiquiatra.-
No te lo puedo jurar porque no soy creyente, pero te lo puedo prometer.
Conchi.-
Prométamelo por algo realmente grande e importante.
Psiquiatra.-
Está bien, te lo prometo por el Real Madrid.
(Silencio)
Conchi.- Me
ha ayudado mucho, doctora.
Psiquiatra.-
Creo que ya estás lista para salir, para reincorporarte a la sociedad.
Conchi.- No
sé cómo agradecérselo.
Psiquiatra.-
No tiene importancia.
Conchi.- Si
algún día puedo hacer algo por usted.
Psiquiatra.-
Simplemente quiero ver una sonrisa en tu boca...
(Ella
sonríe)
Psiquiatra.-
Y que me comas el coño antes de irte.
(Silencio)
Psiquiatra.-
Zorra.
(Se miran
inmóviles los dos personajes)
(Silencio
largo y denso)
Conchi.-
(Estallando súbitamente y huyendo) ¡Socorro...!
Psiquiatra.-
(Hacia el exterior, por donde ella ha salido) Era una broma.
(Silencio)
Psiquiatra.-
Se está perdiendo el humor en este mundo.
ESCENA 5.
(Una Doctora
habla por teléfono con un compañero)
Doctora.-
Sí, soy yo la Doctora al aparato ... ¿Qué?... Que la hemos perdido. ¡No! ¿Por
qué?... ¿Porque ya no respira?... Oh Dios... Ah, y está muy pálida... Dios de
Dios. Luz de luz. Dios verdadero de Dios verdadero. Engendrado, no creado. Y ya
no me sé más... O sea que fiambre. ¿Y qué tenía, la muchacha? ... Que crees que
ladillas... Pero no estas segura... Claro, como ha sido necesario extirparle
tantas cosas, no te has fijado bien, normal, con tanta sangre por ahí, por
medio. Pero, joder, qué contrariedad. Hacía tiempo que no se nos moría ninguna
muchacha, sí, hacía por lo menos, un cuarto de hora o más. Ea, pero es ley de
vida... Claro, claro, qué le vamos a hacer.
Conchi.- Hola, doctora.
Doctora.-
Pero, ¿a dónde vas tú, alma de Dios, con la camilla y todo?
Conchi.- Ná, aquí.
Doctora.-
¿Tú no serás la muerta?
Conchi.- Sí,
soy yo.
Doctora.-
Muchacha, cómo se te ocurre ponernos en este compromiso tan grande.
Conchi.- Ea,
yo que sé, ha sido sin querer.
Doctora.- Uno no se muere sin querer.
Conchi.-
¿No?
Doctora.-
Seguro que lo has hecho a propósito.
Conchi.- Ea,
pues a lo mejor se me ha escapado.
Doctora.-
Qué espabilada.
Conchi.- Lo
siento.
Doctora.-
Sí, es muy viva, la mosquita muerta.
Conchi.- De
verdad que lo siento. Me siento fatal por todo esto.
Doctora.- Tú
sabes la de formularios que nos va a tocar ahora de rellenar.
Conchi.-
Jolín, no me diga.
Doctora.-
Morirse es una cosa muy seria.
Conchi.-
Vaya.
Doctora.- Te
lo tenías que haber pensado un poquito, maja.
Conchi.-
Pero...
Doctora.- Te
tenías que haber cortado un pelín, a lo mejor.
Conchi.-
Estoy desolada.
Doctora.-
Morirse trae muy graves consecuencias.
Conchi.-
¿Tanto?
Doctora.-
Sobre todo morirse por una negligencia.
Conchi.- ¿Ah
sí?
Doctora.- Es
una grave irresponsabilidad por tu parte morirte a causa de una negligencia
médica.
Conchi.- Yo
no lo sabía.
Doctora.-
Haberte muerto en tu casita, guapa.
Conchi.-
¿Qué he hecho, Dios mío?
Doctora.- Si
es que, además, a la gente, le está dando ahora por morirse en los hospitales.
Conchi.- No
me diga.
Doctora.- Y
claro, estamos ganando mala fama. Que la gente asocia ya hospital con cosa
chunga. Con enfermedades y tal. Y no me extraña con gente como tú. Así no hay
manera de hacer de los hospitales un sitio divertido. Porque yo estoy
trabajando en este hospital por el rollito lúdico. Que lo tiene y mucho. Un
quirófano, si te lo montas, es un sitio con mucha marcha. Pero como se entere la gente de que aquí vale
todo, hasta morirse por cualquier amputacioncilla equivocada, entonces, yo creo
que apaga y vámonos.
Conchi.- Oye
lo juro, me siento fatal por lo que he hecho.
Doctora.- Si
yo por un lado te entiendo. No has medido las consecuencias, no te has parado a
pensar, y claro.
Conchi.- Es
que de verdad, tienes razón, pero claro, el corazón se me ha parado y luego,
pues... no he sabido reaccionar a tiempo.
Doctora.- Y
a lo mejor, también, has dejado de respirar.
Conchi.-
Pues ahora que lo dices, sí.
Doctora.-
Esas son las peores. Pero, guapa, si dejas de respirar qué quieres, ¿milagros?
Sin respirar, lo más normal es que estires la pata, fijo.
Conchi.- Yo
no sabía.
Doctora.- Y
precisamente ahora, que en cualquier momento nos viene una inspección. Y si
fueras inmigrante y sin papeles, nos podríamos deshacer del cuerpo, pero así...
Y yo con expediente disciplinario abierto.
Conchi.-
Oye, que yo hago lo que sea por arreglarlo, ¿eh?
Doctora.-
¿Qué vas a hacer ya, tonta?
Conchi.-
Pues disimular, yo que sé.
Doctora.-
Disimular.
Conchi.-
Claro, para que no se me note la muerte.
Doctora.-
Oye, pues no estaría mal. Si viene la inspectora... ¿podrías?...
Conchi.- Yo
soy una tumba.
Doctora.-
Pero, ¿serás capaz de disimular?
Conchi.-
Claro que sí, yo era actriz de método en vida.
Doctora.-
Oye, pues me quitas un peso de encima, de verdad.
Conchi.-
Joder, es lo menos.
Doctora.-
Pero, chica, tendrás que maquillarte o algo, que estás hecha una pena.
Conchi.-
Déjalo de mi cuenta. Ahora vengo.
Doctora.-
Pero chica, chica... vuelve un momento. Qué loca, se ha dejado todo, todo lo de
la autopsia, las tripas, los órganos, yo pa mí que se droga, porque no es
normal. Ves, mira lo que hay aquí, lo que yo suponía, aquí está la prueba de
que esta chica no es normal, míralo, estaba clarísimo, esta chica es una
descerebrada. ¡¡Espera niña, que te has dejao los sesos!!
(…)
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