XX
Premio de Teatro José Martín Recuerda
(Convocado
por la Diputación de Granada, la Universidad de Granada, el Ayuntamiento de
Salobreña y la Fundación José Martín Recuerda).
¿POR QUÉ NO?
1.
Estamos
en el interior de un despacho, dos personajes, un hombre y una mujer, discuten
acaloradamente.
HUGO. ¿Cómo
que “por qué no”? Ya te lo he
explicado.
EVA. Reconsidéralo.
HUGO. No.
EVA. ¿Qué?
HUGO. ¡Que
no!
EVA. Dame
un motivo.
HUGO. Te
puedo dar cien.
EVA. Pues
adelante.
HUGO. Pero
no quiero discutir.
EVA. Es
una actividad extraescolar.
HUGO. Si
ocurre algo en las dependencias del centro yo soy el máximo responsable.
EVA. Está
bien, Hugo, eres el director del centro,
y asumo lo que me dices pero… necesito justificarlo. Alguien me puede preguntar y/
HUGO. ¿Quién
te va a preguntar?
EVA. No
sé. Algún periodista.
HUGO. ¿Me
estás chantajeando?
EVA. Si
hablo con alguien de la prensa no puedo mentirle.
HUGO. ¿Qué
pretendes? ¿Crear más polémica? ¿Darles
carnaza a los medios de comunicación?
¿Me vas a denunciar ante ellos?
EVA. En
absoluto. Todo lo contrario. Quiero evitar que la situación empeore, eso
es todo.
HUGO. ¿Tan
importante es que ese chico asista a un puñetero ensayo?
EVA. Si
no es importante ¿por qué no le permites que lo haga?
HUGO. Ese
chico protagonizó un grave incidente.
EVA. Por
el cual ya ha sido sancionado.
HUGO. Y
precisamente ocurrió en tu clase…
EVA. ¿Me
estas culpando?
HUGO. Desde
el primer momento has tenido mi respaldo, y lo sabes.
EVA. Entonces
¿qué más da dónde haya ocurrido… el incidente…?
HUGO. Pues…
si ocurrió en clase de teatro… creo que… lo más sensato es…
EVA. ¿Qué?
HUGO. Evitar
que coincidan los dos chicos. No quiero que se vuelvan a enzarzar.
Imagínate a todos los chavales grabando la
pelea con sus móviles. En media hora
estaríamos en los titulares de la prensa de todo el mundo.
EVA. Estás
exagerando.
HUGO. ¿Yo? ¿Exagero?
EVA. Sí. O sea, creo que… todo esto… no es tan grave…
HUGO. Sí
que lo es, perdona pero lo que ocurrió no es ninguna tontería. Deberías ser tú la que se diera cuenta.
EVA. ¿Yo?
HUGO. Sí,
tú. O es que te gustaría que hubiera un
régimen político o una autoridad religiosa que te dijera: “Eva, no puedes montar esa obra de teatro, te
has pasado de la raya, no permitimos blasfemias o críticas o lo que sea…”. Dime, ¿te gustaría?
EVA. Claro
que no, Hugo.
HUGO. Pues
por eso hemos expulsado a ese chico, para dejar claro que no toleramos la
intolerancia.
EVA. Eso
suena un poco… contradictorio… ¿no?
Además, no está expulsado, solo sancionado durante una semana.
HUGO. Sí. Era un chico que iba muy bien, tenía excelentes
calificaciones y no habíamos detectado, hasta ahora, ningún problema en su
conducta. Por eso hemos decidido no
aplicarle un correctivo mayor.
EVA. Lógico.
HUGO. Pero
si hubiera reiteración, te aseguro que no volvería a pisar un centro educativo
en toda su vida.
EVA. Bien. Si vamos a darle otra oportunidad…
HUGO. ¿Sí?
EVA. ¿Por
qué impedirle que acuda a clase de teatro?
HUGO. Precisamente
por eso, para evitar una sanción más grave si se genera una nueva situación
violenta.
EVA. No
hubo violencia.
HUGO. Sí
que la hubo.
EVA. Yo
estaba allí. ¿Es que no me crees?
HUGO. Ese
chico le arrebató la carpeta a un compañero
EVA. Pero
lo hizo sin violencia, el otro estaba tan sorprendido que no reaccionó, ni hubo
forcejeo, ni nada parecido, Ahmed tomó la carpeta y se marchó. Eso fue todo.
HUGO. ¡No
me jodas! Sabes perfectamente que/
EVA. Bueno,
sí, luego ocurrió lo otro, pero…
HUGO. ¿Pero?
EVA. No
es algo que tenga tantísima importancia como se le ha dado. Joder.
Políticos y periodistas y filósofos condenando a un pobre chico
solamente por… eso… me parece un poco… exagerado…
HUGO. ¿Hablas
en serio?
EVA. Sí. Bueno… tampoco quiero quitarle hierro al
asunto… en realidad... hizo algo… que no tendría que haber hecho… pero…
HUGO. Ese
chico destruyó la carpeta de su compañero y se grabó a sí mismo haciéndolo…
EVA. Era
una carpeta barata
HUGO. …Y
lo compartió en redes sociales y en media hora se hizo viral…
EVA. La
carpeta estaba prácticamente vacía, solo tenía un texto de teatro. He vuelto a fotocopiarlo para dárselo a David/
HUGO. …Y
recibió el apoyo… de activistas y de… gentuza de todo tipo…
EVA. Pero
él no tiene la culpa de eso. El chico
solamente tuvo una reacción visceral cuando vio lo que su compañero había
pegado en la portada de la carpeta.
HUGO. ¿Una
reacción visceral? Al llegar a su casa roció
la carpeta con alcohol y le prendió fuego.
Creo que fue algo más que una reacción visceral.
EVA. No
quiero justificarlo, solo acotar los términos y el contexto de la situación,
sin dramatizar.
HUGO. El
contexto de la situación es que hace apenas unos meses, en plena calle, un
fanático religioso le cortó la cabeza a un compañero nuestro, a alguien que se
dedicaba a lo mismo que tú y que yo, a un profesor. Un hombre cuyo único crimen había sido el de
compartir con sus alumnos unas ideas básicas sobre libertad de pensamiento, y
que fue cruelmente decapitado por el mismo motivo por el que ese chico ha
quemado la carpeta de un compañero, porque consideraba que el hecho de mostrar
públicamente las malditas caricaturas de Mahoma merecía una respuesta violenta…
EVA. No
compares, se trata de reacciones muy diferentes a una misma provocación.
HUGO. ¿Provocación?
EVA. No
quería decir eso.
HUGO. Ah. Porque me extrañaría que dijeras eso,
precisamente tú, que te has mofado de la religión católica en algunas de tus
obras.
EVA. Sí.
Tienes razón.
HUGO. (Alterado) Y en el fondo, ese maldito
asesino y nuestro alumno viven en la oscuridad de sus ideas retrógradas y
tienen un objetivo común, los dos quieren arrastrarnos de los pelos para que
les acompañemos en el maldito viaje en el tiempo a la puta Edad Media que sueñan
con imponer a toda la sociedad…
HUGO. (Toma aire, tratando de tranquilizarse) Perdón.
Estoy un poco alterado.
EVA. Cálmate.
HUGO. Es
un tema que me saca de quicio.
EVA. Te
entiendo. A mí también me afectan mucho
estas situaciones.
HUGO. Uffff. Creo que… necesito un cigarrillo.
EVA. Pero
habías dejado de fumar.
HUGO. Sí. (Busca
desesperadamente en sus bolsillos. Aliviado
al encontrar algo) Menos mal, me
queda uno.
Coloca
el cigarrillo en su boca, sin encenderlo aún.
EVA. ¡Vaya!
Espero no ser la causa de tu recaída.
HUGO. Tengo
que salir. ¿Quieres decirme algo más?
EVA. El
médico te lo había prohibido ¿no?
HUGO. ¿Quieres
decirme algo más relacionado con asuntos profesionales?
EVA. No.
HUGO. (Disponiéndose
a salir) Perfecto.
EVA. (Frenando el mutis del director) Solamente
HUGO. (Fastidiado) ¿Qué?
EVA. Pedirte
como favor personal.
HUGO. ¡Qué!
EVA. Deja
que el chico asista al ensayo.
HUGO. ¡Dios
mío! ¡Cómo puedes ser tan tozuda!
EVA. Creo
que es bueno para él, y para todos.
HUGO. (Superando, a duras penas, su impulso
primario de gritar) Pensaba que había sido lo suficientemente claro…
EVA. Por
favor, déjame intentar ayudarle…
HUGO. ¿Qué
pretendes?
EVA. El
teatro sirve precisamente para exteriorizar conflictos y buscar fórmulas de
solucionarlos.
HUGO. (Sarcástico) Oh, sí, el carácter sanador del
psicodrama. Qué maravilla, si todo el
mundo hiciera teatro no habría problemas en el mundo.
EVA. No
tienes por qué ser hiriente.
HUGO. Eres
una profesora competente, pero no soporto ese rollo místico que irradias a
veces.
EVA. ¡Vaya! ¿No me soportas?
HUGO. (Encendiendo el cigarrillo) ¿Ahora mismo? ¡No!
EVA. ¡Qué
haces! ¡Apaga eso! No se puede fumar aquí.
HUGO. No
tengo alternativa. No me dejas salir, me
obligas a escuchar tu cháchara ridícula.
EVA. Está
bien. ¡Vete de una vez!
HUGO. Gracias. Menos mal.
EVA. Pero
que sepas que voy a enviarle un mensaje a ese chico para que asista al ensayo.
HUGO. No
te atreverás.
EVA. ¿Ah,
no? ¿Eso crees?
HUGO. Sería
muy grave, desafiar una decisión de tu director.
EVA. ¿Sería
algo parecido a una… blasfemia?
HUGO. ¡Gilipollas!
Oscuro.
2.
En
una sala de ensayos, la mujer de la escena anterior, EVA, y cuatro jóvenes, dos
chicos -ERIC y DAVID- y dos chicas -NADIA y SAHAR-.
EVA. ¡Oye! ¡Nada de insultos!
ERIC. Solo
les he dicho que parecen un par de bolleras, así, cogidas de la mano.
NADIA. ¿Y
tú qué pareces, con la carpeta llena de fotos de tíos musculosos en uniforme? ¿Un maricón?
EVA. Hey,
ya vale, Eric, Nadia, ya sabéis que está prohibido ese lenguaje ofensivo. Estamos en un instituto.
ERIC. Pero
esto es una extraescolar. Y estamos
haciendo teatro.
EVA. En
teatro también hay que respetar a los compañeros.
SAHAR. Pero
aquí se supone que podemos expresarnos con libertad ¿no?
EVA. Sin
pasarse. Dentro de unos límites.
NADIA. ¿Qué
límites? ¿Quién los fija?
EVA. Yo,
que soy la profesora de teatro.
NADIA. Ok. A sus órdenes.
ERIC. (Extendiendo el brazo para hacer un saludo
nazi) Heil, mein Führer.
NADIA. No
hagas eso, gilipollas.
ERIC. Este
es un país libre.
SAHAR. Qué
imbécil y qué facha que eres.
ERIC. David,
tío, defiéndeme, que estas tías quieren coartar mi libertad de expresión.
NADIA. ¿David?
DAVID. (Que estaba como ausente) ¿Qué?
SAHAR. ¿Estás
bien?
DAVID. ¿Por? ¿Me estabais hablando?
SAHAR. Sí.
NADIA. Claro.
ERIC. Baja
de la nube, tío.
EVA. (Entregándole unos papeles) Toma, David.
DAVID. ¿Qué
es?
EVA. Tus
apuntes.
DAVID. Ah. Los que había dentro de…
EVA. Sí. Te los he vuelto a fotocopiar.
DAVID. Ajá.
ERIC. ¿Y
su carpeta?
DAVID. Da
igual.
EVA. ¿Su
carpeta?
DAVID. No
importa.
ERIC. Sí…
desapareció en la última clase, ¿no se
acuerda?
NADIA. Misteriosamente,
uuuuhhhh.
Ríen.
EVA. Sí. Lo recuerdo.
Mm, si queréis podemos hacer un fondo para comprarle, a David, otra
carpeta, entre todos.
ERIC. Ni
hablar. Que se la pague el cabrón que la
robó.
EVA. ¿No
me has oído antes? No quiero insultos en
clase.
ERIC. ¿Y
cómo llamamos a ese tío? Puto (Interrumpiéndose)… perdón… ¿maldito
moro?… ¿puñetero inmigrante?…
EVA. ¡Para
ya! Un comentario racista más y vamos a
tener problemas tú y yo.
ERIC. No
es de aquí, eso es un hecho. Es un
inmigrante ¿no?
NADIA. Eh,
que yo también lo soy.
SAHAR. Y
yo nací aquí, pero todos en mi familia somos musulmanes.
ERIC. Lo
sé, Sahar. Pero seguro que ellos no
defienden a los que van por ahí cortando cabezas.
EVA. Aquí
nadie ha utilizado la violencia.
ERIC. ¿Seguro?
EVA. No
te hizo daño, Ahmed, el otro día, ¿verdad, David?
DAVID. ¿Daño?
EVA. ¿Te
golpeó?
DAVID. No. No me golpeó.
NADIA. Pero
te quitó la carpeta de mala manera.
DAVID
se encoge de hombros.
ERIC. Si
yo hubiera sido tú, le habría partido la cara.
EVA. ¿Crees
que la solución es la violencia?
ERIC. Si
se pasan contigo ¿qué vas a hacer? Hay que responder, para que no se aprovechen
de ti.
EVA. ¿Qué
pensáis los demás?
Silencio.
EVA. David
¿tú qué opinas?
DAVID. Nada.
EVA. ¿Nada?
DAVID. ¿Qué
quiere que le diga? Estoy agobiado. He tenido que cerrar mis cuentas de facebook
y twitter y hay un montón de gente que no conozco que me envía mensajes al
móvil y que me dice lo que tengo que hacer.
EVA. ¿Y
qué piensas tú que tienes que hacer?
DAVID. No
lo sé. A veces creo que…
EVA. ¿Qué?
DAVID. Que
debería olvidar. Y otras veces
EVA. ¿Sí?
DAVID. Me
siento rabioso.
SAHAR. No,
tío.
NADIA. Tranqui,
no hay que agobiarse.
ERIC. (Dándole a David un sobre) Ah. Toma.
Te he traído un regalo.
DAVID. ¿Qué
es?
ERIC. Abre
el sobre.
DAVID. (Descubriendo el contenido) ¿Una
caricatura de Mahoma?
ERIC. Para
que la vuelvas a poner en la carpeta. A
ver si se atreve a hacerlo otra vez.
EVA. No. No quiero que pegues eso
ERIC. ¿Qué? ¿Le está prohibiendo?
EVA. ¿Prohibir? No. En
realidad solo le aconsejo que
DAVID. ¡Basta! Dejar de discutir.
NADIA. Sí.
SAHAR. Por
favor.
DAVID. No puedo pegarla. Ni siquiera tengo carpeta
ERIC. Además,
el moro loco.
NADIA. Ahmed.
ERIC. No
ha venido hoy. Es un cobarde.
EVA. No. He sido yo.
SAHAR. ¿Usted?
EVA. Bueno. Ha sido el director. Le ha prohibido asistir.
NADIA. Lógico.
SAHAR. Es
mejor, sí.
ERIC. ¡Bien,
bien!
EVA. Pero
yo no estoy de acuerdo.
DAVID. ¿Por
qué?
ERIC. Usted
quiere que… se vuelva a liar…
EVA. No. Quiero resolver el conflicto.
DAVID. ¿Cómo?
EVA. Cuando
hacemos improvisaciones, ya sabéis que marcamos dos posturas enfrentadas y hay
que buscar una solución.
ERIC. ¿Y?
EVA. Quiero
que hagamos un ejercicio tratando de darle una solución a nuestro problema.
ERIC. ¿Quiere
decir que… quiere que David y Ahmed resuelvan su movida haciendo… teatro?
EVA. Bueno…
algo así… quiero que… al menos, verbalicen sus distintas posturas mirándose a
los ojos, y traten de hallar puntos en común para sentar las bases de una
convivencia en armonía.
NADIA. Buen
rollo.
SAHAR. Paz
y amor hermanos.
NADIA. Besémonos
todos.
ERIC. Sí,
por favor.
EVA. ¡Silencio!
Creo que mi propuesta puede ayudar.
ERIC. A
mí todo eso me huele a basura progre.
NADIA. Pero
aquí estás tú para compensar con tu rollo facha.
EVA. Vamos
a intentarlo. Por favor.
ERIC. Pero
si no está el moro.
EVA. No. Hoy no está.
SAHAR. ¿Entonces?
DAVID. De
todas maneras a mí no me apetece hacerlo.
ERIC. Pues
menudo fracaso, profe.
EVA. No
importa. Quiero conocer otros puntos de
vista.
NADIA. ¿Cómo?
EVA. ¿Qué
habríais hecho los demás en una situación así?
ERIC. Ah,
guay. Yo quiero. Yo quiero hacerlo.
EVA. Bien. Eric.
¿Quién quiere “dialogar” con él?
Silencio.
EVA. Nadia. Anímate.
NADIA. Vale.
EVA. Bien. Tú, Eric, serás el que le quita la carpeta a Nadia. Y ella tratará de razonar contigo.
ERIC. ¿Qué? ¿Yo el que roba? Ni hablar.
EVA. ¿Por
qué?
ERIC. Yo
nunca haría eso.
NADIA. ¿Ah,
no?
ERIC. Jamás.
EVA. Imagínate
que en la carpeta de Nadia hay una pegatina con los colores de nuestra bandera
y una inscripción en la que pone… por ejemplo… “me cago en este puto país”.
SAHAR. Eh,
seño. Los tacos están prohibidos.
ERIC. ¿Qué? ¿Quién iba a tener una pegatina así?
NADIA. (Entrando al trapo, mostrando su carpeta,
desafiante) Yo.
ERIC. ¿Tú?
NADIA. Sí. Yo pienso así. ¿Qué pasa?
ERIC. ¿Que
qué pasa?
NADIA. ¿Me
respetas?
ERIC. Te
respeto, pero… esa pegatina la quitas de ahí ahora mismo.
NADIA. ¿Por
qué?
ERIC. Porque…
te lo digo yo.
NADIA. Dame
un motivo.
ERIC. ¿Un
motivo?
NADIA. Sí. Razónamelo.
ERIC. Pues
porque esos son los colores de mi patria.
Y del país que te ha acogido.
NADIA. Me
dan ganas de vomitar.
¿Se te ocurre algún otro motivo para que quite
esta pegatina en la que expreso mi opinión sobre la mierda de sitio en el que
vivo?
ERIC. Que…
o quitas eso de ahí o… te doy una hostia.
¿Te parece un buen motivo?
EVA. Hey. ¡Calma!
Ya sabéis que en una improvisación no se puede recurrir a la violencia. Cortamos la impro.
ERIC. (A NADIA) ¡Niñata!
NADIA. (A ERIC)
¡Fanático!
ERIC. ¿Yo?
NADIA. Sí,
tú. Igual que Ahmed. Sois unos cerrados de mente.
ERIC. Yo
no te he quitado la carpeta. Hay una
diferencia.
NADIA. Pero
me has amenazado.
ERIC. Porque
la bandera es un tema muy jodido para mí.
Yo tengo… familiares… que lo han… pasado mal…por defenderla ¿sabes? Por defenderte a ti también. ¡Gilipollas!
DAVID. Tu
hermano era soldado ¿no?
Silencio.
NADIA. No
lo sabía.
ERIC. Pues
ya lo sabes, niñata.
EVA. Tranquilidad.
NADIA. (Extiende su mano hacia ERIC, en señal de
reconciliación) ¿Vale?
ERIC
le responde con un gesto de desprecio.
NADIA. (Insistiendo) Tío. Ya
está… ¿eh?
ERIC. Sí.
EVA. En
fin. ¿Qué opináis?
NADIA. ¿Opinar?
EVA. Sí. Cuando nos ponemos en los zapatos de otro se
ven las cosas diferentes ¿verdad?
ERIC. No
se puede comparar lo mío con lo de ese tío.
EVA. ¿Seguro?
SAHAR. No
es tan diferente.
ERIC. ¿Ah
no?
NADIA. Es
parecido, él se puso frenético al tocarle su religión y tú por el patriotismo.
ERIC. Pero…
no es lo mismo. ¿A que no, David?
DAVID
guarda silencio.
EVA. Por
favor, David, dinos qué opinas. Estás
muy callado.
DAVID. Soy
callado.
EVA. No. No lo eres.
El David que todas conocemos y queremos y echamos de menos es un chico
bromista y un poco bocazas que está siempre participando y discutiendo en
clase.
DAVID. Ahora
soy otro.
EVA. Bueno,
expresa tu punto de vista, por favor.
DAVID. ¿De
qué?
EVA. De
esto. ¿Entiendes ahora un poco mejor la
reacción de Ahmed?
DAVID. ¿Qué
quiere que le diga? ¿Que he visto la
luz? ¿Que ahora lo entiendo todo? ¿Qué tengo muchas ganas de cruzarme con ese
tío en el pasillo para darle un abrazo y reconciliarme y todo eso? Pues no.
EVA. Ya. Bueno… entiendo que estás dolido.
DAVID. Estoy
cagado de miedo.
Me siento… señalado… y mis padres también. Y a veces me despierto de madrugada pensando
que un radical, que un terrorista se puede meter en casa de madrugada con un
cuchillo y…
EVA. Tranquilo.
DAVID. Quiero
que todo esto se olvide.
EVA. Lo
entiendo.
NADIA. Es
normal.
SAHAR. Seguro
que todo se arregla cuando pase un poco de tiempo.
DAVID. Pero
por otro lado.
EVA. ¿Qué?
DAVID. Me
jode que me impongan lo que puedo o no puedo llevar en mi carpeta. Lo que tengo que pensar. Lo que debo ser… ¿sabe? Porque yo no soy un tío callado y asustado,
usted lo ha dicho antes. A mí me gusta
expresar lo que siento y lo que pienso, y no entiendo por qué me tienen que
imponer lo que debo pensar y sentir y expresar.
No lo entiendo.
Por favor.
Explíquemelo usted.
Silencio
denso.
Todos
miran hacia la profesora.
Oscurece
lentamente la escena.
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