martes, 16 de febrero de 2016

INICIO DE "EL OBISPO DE MARTE (AUTO SACRAMENTAL SIDERAL)"

EL OBISPO DE MARTE.
(Auto Sacramental Sideral)



SERMÓN PRIMERO.   LA NUEVA DIÓCESIS.

(En escena un púlpito, y desde él, un hombre se dirige directamente al público.  Está investido con los distintivos propios de una alta autoridad eclesiástica: casulla, mitra y bastón; que son solemnes y están dotados de la debida suntuosidad)

ÉL:
Bien,  por fin estoy aquí, ha sido un viaje larguísimo, y me encuentro fatigado, sin embargo, todo eso no importa  puesto que estoy a vuestro lado…

(Entorna los ojos, incrédulo ante lo que ve, en el patio de butacas)

ÉL:
A casi todas las especies… o modalidades biológicas, que hay en este templo os conozco de oídas…
Pero claro …
Así en directo…
La cosa impone mucho más …
En fin, supongo que poco a poco, me iré familiarizando con vuestros rasgos …
En el caso de los que tenéis rasgos, claro…
Porque…
En el caso de los especimenes amorfos…
Pues nada…

(Silencio denso)

ÉL:
El caso es que, como nuevo Obispo de la Diócesis es para mí un reto muy excitante el poder conducir el libre albedrío de vuestras almas a Cristo…
Los que tengáis libre albedrío…
Claro…
Porque los que estáis cibernéticamente programados …
Pues …
En fin…
Como iba diciendo …
Es para mí un honor ser la máxima autoridad eclesiástica en este planeta, que poco a poco van admitiendo la superioridad moral del mensaje cristiano, capaz de facilitar no solamente la vida espiritual, sino también la vida material…
En fin me refiero a los que tenéis materia…
Porque los que sois anti-materia…
Pues ejem…

(Está visiblemente agobiado.  Le falta el aire)

ÉL:
Este es mi primer día aquí en el planeta, no estoy demasiado acostumbrado a respirar vuestro aire artificial.  Sin embargo no quería dejar pasar la ocasión de saludar a mi rebaño en este primer sermón, y estoy seguro por vuestros rostros...
Y sucedáneos…
Que vais a hacer que me sienta aquí, como si estuviera en mi propia casa.
Hijos míos, arrodillaos…
En fin…
Los que tengáis rodillas, se entiende…

(Se arrodilla.  Une sus manos en actitud de rezo, y mueve los labios como susurrando una letanía, a la vez que, más allá del escenario, suprimida como está la cuarta pared, vislumbra algunos rasgos de los, para él, extraños especimenes que han acudido a escuchar su sermón.  Concentra su mirada en diversos puntos, y su visceral reacción le delata, pese a vanos intentos por tratar de mantenerse frío e imperturbable, realiza pequeñas muecas de sorpresa y disgusto ante la morfología de algunos de sus interlocutores.  Se levanta al fin, terminado el rezo)

ÉL:
Hoy, como todos sabéis, celebramos el “Día del Colonizador Terrícola”, un tributo a todos los que han sacrificado su vida en el empeño civilizador del planeta.
Y en fin, la fatiga  me obliga a dejaros.  Mas, recibid mi bendición.  Todos vosotros sois criaturas del Señor, y tenéis cuerpo y alma. 
Bueno… algunos sólo alma, me refiero a los que sólo sois hologramas y proyecciones… y los que tenéis una estructura no basada en el carbono…
El caso es que Dios os quiere a vosotros también, vivimos días terriblemente difíciles, sin embargo nuestro dolor se verá largamente recompensado con una eternidad en el paraíso, porque no dudéis que después de la muerte llegará el día de la resurrección…
En fin,  algunos de vosotros… por vuestra especial morfología vivís eternamente… pero… bueno… Dios a vosotros os reserva algo mejor, seguro, no os quepa duda…
Por último, no debo marcharme, sin ofreceros el Sagrado Sacramento Eucarístico…
Aunque, como todavía no estoy muy familiarizado con vuestra “peculiar” anatomía extraterrestre, os dejaré aquí en el suelo, las Sagradas Formas, de modo que cuando yo me retire, a vuestra entera libertad, hagáis uso de ellas…
Por favor os ruego que no salpiquéis demasiado el altar mayor, con vuestras sustancias digestivas.  Me retiro, pues…
Amén.

(Se apresura a salir.  OSCURO)






SERMÓN SEGUNDO.   LA PROVINCIA MARCIANA.

(En esta escena, nuestro personaje aparece menos ceremonioso, más informal, no lleva consigo todos sus atributos diocesanos)

 

ÉL:

Queridos hermanos, me siento restablecido de la leve indisposición que durante mis primeros días de estancia y adaptación a este… peculiar hábitat… me impidieron atender a todos mis compromisos pastorales en la Provincia Marciana.

Vengo para ser el Obispo de todos los marcianos, humanos o inhumanos, presencias o conciencias, álienes o androides.  Precisamente hoy celebramos “La Festividad del Robot Devoto”, y en tan hermosa ocasión quiero dirigirme muy especialmente a vosotros, objetos dotados de apariencia humana, que realizáis las tareas más serviles. 

 La perfección con la que algunos de vosotros, seres mecánicos, estáis construidos, os hace cercanos al hombre, puesto que vuestros diseñadores os han dotado de voluntad, de sentimientos y de libre albedrío, sin embargo, no habéis sido obra directa del Creador.  A pesar de todo, no soy de esos Padres de la Iglesia que niegan la Sagrada Comunión al robot.

Este Obispo no os cerrará la puerta de su templo, e incluso estará a vuestra disposición el Sacramento de la Confesión.  

Claro que sí, a todos los androides que os confeséis os borraremos de vuestros circuitos de memoria los hechos perversos que hayáis cometido, así que podéis acercaros al laboratorio-confesionario, y allí el confesor-programador, operará lo necesario para poder daros la santa absolución.

 

Y a vosotros, alienes aborígenes de Marte, también os bendigo.  Este planeta está dotado, por el Altísimo, con infinidad de bienes y riquezas.  Pero de nada servirían tales dones si nosotros, los humanos, no hubiéramos realizado una abnegada labor de aprovechamiento de tales materias primas para beneficio de la comunidad.  Y no digo yo que los terrícolas no nos hayamos lucrado con esta alianza, pacífica.  Porque os recuerdo, que no somos invasores de vuestro planeta sino aliados.  Nuestro ejército está aquí para salvaguardar vuestra seguridad y para libraros de todos los asesinos terroristas que manchan la tradición pacifista de Marte.  Nuestras cárceles satélite sirven para socializar… no lo olvidéis.

En fin… no hablaré, por no resucitar viejas discordias, de los mártires de mi Iglesia, que han padecido tormento a vuestras manos, o a vuestros tentáculos o sucedáneos en general.

Los subversivos no paran de enarbolar una y otra vez un funesto vocablo: el Colonialismo.

¿Es acaso Colonialismo asesoraros para el aprovechamiento de unos recursos combustibles o minerales que eran ignorados por los  nativos, desconocedores de la inmensa riqueza que su mundo poseía…?

En cualquier caso, no os debéis dejar llevar por la desesperación.  El trabajo en las minas de Marte es duro, lo sé, pero mayores fueron los padecimientos de los fundadores de nuestra Iglesia, con Cristo a la cabeza.  Vosotros que en esta vida sufrís, no desfallezcáis, pues en el reino de Dios tendréis vuestra recompensa.

No quiero acabar el sermón de hoy, sin aclarar un rumor muy extendido, en torno a una cuestión muy principal, me refiero al Misterio de la Santísima Trinidad que  nos desvela que Dios es a la vez Uno y Trino, es decir que es tres personas en una sola.  Y en este punto, debo desmentir, categóricamente, lo que algunos me habéis comentado en privado.  No es que Dios tenga un par de clones, tal y como tenéis algunos de vosotros, para utilizar uno es situaciones arriesgadas, y otro en estado de hibernación para suministraros órganos vitales en caso de enfermedad.   Dios no tiene clones serviles, de hecho la Iglesia Católica se opone radicalmente a la clonación. 

Los clones son pecados,  tener un clon es ir contra la doctrina que Dios nos dictó.

Palabra de Dios.  Te alabamos Señor.

 

(El Obispo hace una señal a alguien que está frente a él, en una posición elevada, y empieza a escucharse una devota música de órgano, que invade de misticismo la escena, mientras discretamente, con suma serenidad, se retira del escenario nuestro predicador)

 

(Oscurece lentamente la escena)

 

 

 

  

SERMÓN TERCERO.   UN SUCESO EXTRAORDINARIO.

(El Obispo, en esta escena, viste una especie de mono blanco, con una gran cruz roja en la parte delantera.  Su cabeza está cubierta por una especie de escafandra.  Lleva consigo un medidor de pureza del aire.  Lo mira.  Se quita la escafandra e inicia el responso)

 

ÉL:

Nuestra Señora la Virgen María Madre de Dios, se ha manifestado aquí en nuestro planeta pecador.

Ha sido al amanecer, la Inmaculada se le ha aparecido a un pequeño robot que a esa hora manipulaba material radioactivo en una planta de energía nuclear, el inocente androide sintió un destello que al principio creía que procedía de los residuos que manipulaba, pero de pronto fue cegado por una luz más poderosa que la producida por cualquier sustancia atómica, y fue testigo de cómo unos angelitos sonrientes revoloteaban por entre los depósitos de uranio enriquecido. 

Entonces apareció Ella.  La Purísima. 

Su hermosa y resplandeciente corona se elevaba hasta la bóveda del complejo energético, su manto sembrado de flores flotaba etéreo por entre las cápsulas de fisión nuclear. 

Ante semejante demostración de la gloria del Cielo, el hasta entonces impío robot, cayó impresionado de rodillas y pese a que en el pasado había sido un androide descreído totalmente volcado hacia lo mundano y lo material, y carente de espiritualidad y devoción, en aquel momento fue al fin iluminado por el destello de la fe, y arrodillado y con sus manecitas unidas en señal de oración, activó su circuito de audio para proferir atónito y con tono entrecortado:

“¿Qué queréis de este pobre pecador, Madre y Señora mía?”

Y en ese momento el pequeño corazón del robot a punto estuvo de quebrarse y un conato de cortocircuito recorrió todos sus sensores.  Y cuando vio que la Madre de Dios tenía clavados sus dulcísimos ojos en los abiertos como platos dispositivos de vídeo del ser de metal, y que una lágrima de pena recorría la mejilla de la Virgen Milagrosa, durante un instante (que a la criatura androide le pareció eterna), el pobre ser alargó su extremidad superior hacia la luz, para consolar de su pena a la Divina Pastora.  Pero en ese momento el destello se hizo aún más fuerte, de modo que varias unidades de seguridad de la central nuclear acudieron, a causa de lo que creían que era una fuga de energía, y ante su estupor alcanzaron a ver miles de pétalos flotando alrededor de los conductos, y a un robot de mantenimiento con el sensor de vídeo enfocando hacia el infinito, arrodillado y con una brillantísima lágrima con fulgor de diamante depositada sobre sus extremidades superiores.

Un Milagro.  Sí.  Un Milagro.

 

(Calla y traga saliva)

 

ÉL:

No debéis, hermanos, creer los falsos rumores relativos a que lo que ha ocurrido, hoy, en la Central Estatal de Energía Marte 5, ha sido una explosión a causa de una incorrecta manipulación del núcleo, producido en el tercer reactor de la central, no. 

Las luces extraordinarias que todos veíamos esta mañana que provenían de la central no eran consecuencia de una fuga radioactiva, sino de un Milagro.

Las autoridades lo han confirmado: no ha habido escape nuclear sino Aparición Mariana, y si yo visto, ahora, este mono protector contra la radiación nuclear para Obispos, reglamentario; homologado por el Concilio Vaticano Tercero y bendecido con Agua Sagrada del Río Jordán;  si me veis, insisto, con esta extraña casulla anticontaminación, es porque en un primer momento también yo fui informado de la posibilidad de que lo sucedido podía, tal vez, ser un peligroso escape, pero pronto recibí la noticia de la aparición milagrosa y entonces, afortunadamente todo se aclaró, por eso, nada temáis todos los que no tenéis posibilidad de adquirir un equipo anticontaminación, que evidentemente se ha extinguido enseguida a causa de la alarma injustificada, nada temáis, os digo,  pues la Virgen Milagrosa os protege. 

Y ahora arrodillaos todos y rezad conmigo:  “Nada temo, pues el Señor es mi Pastor…”

 

(Suenan sirenas estridentes)

 

ÉL:

AMÉN.

 

(Se coloca la escafandra y sale corriendo)  (Oscuro)

 

 



 (…)

 PARA LEER EL TEXTO COMPLETO, ENVIAR UN MENSAJE A   tomasafan@hotmail.com

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