domingo, 25 de diciembre de 2022

¿LO HACEMOS?

 

(X Premio dulce x amargo de la ESAD de Asturias)

 





Escena uno.

Chica.- ¿Lo hacemos?

 

Chico.- ¿Qué?

 

Chica.- Que si follamos.

 

Chico.- ¿Quiénes?

 

Chica.- Los dos.

 

Chico.- ¿Tú y yo?

 

Chica- Sí.

 

Chico.- ¿Juntos?

 

Chica- Claro.

 

Chico.- Pero follar, ¿en qué sentido?

 

Chica- Pues ya sabes... con la polla y todo lo demás.

 

Chico.- ¿Pero follar, follar, del todo?

 

Chica- Sí.  Todo lo que se pueda.  Yo que sé.  Totalmente ¿no?

 

Chico.- Totalmente, ¿hasta qué punto?

 

Chica- Es que tengo una carencia.

 

Chico.- ¿Dónde?

 

Chica- Una necesidad.

 

Chico.- ¿Tú?

 

Chica.- Me lo ha dicho mi psicóloga.  Ella dice que mi ansiedad es a causa de mis inhibiciones.

 

Chico.- Pues, adelante.

 

Chica.- Sí, vamos.

 

Silencio.

 

Chico.- Perdona.

 

Chica- ¿Qué?

 

Chico.- ¿Te importaría?

 

Chica.-  ¿Qué?

 

Chico.-  Desnudarte.

 

Chica ¿Es necesario?

 

Chico.-  Podrías quitarte la bufanda al menos.

 

Chica.-  Vale. 

 

Chico.-  Gracias.

 

Chica.-  ¿Y ahora?

 

Chico.-  Si no te importa deberías…

 

Chica- ¿Qué?

 

Chico.-  Tumbarte.

 

Chica.- Bueno.

 

Chico.- Bueno.

 

Él está encima de ella.

 

Chica.- ¿Cómo va eso?

 

Chico.- Así, así.

 

Chica.- (Gritando por el súbito dolor) ¡Aaayyy!

 

Chico.- ¿Te ha dolido?

 

Chica.- Claro, hacerlo duele, ¿no?

 

Chico.- No.

 

Chica.- Pues no, no me ha dolido.

 

Chico.- Mejor.

 

 Él se mueve sobre ella. 

 

Chica.- No te muevas, que me pones nerviosa.

 

Chico.- Es que...

 

Chica.- ¿Estás nervioso?

 

Chico.- No.

 

Chica.- Pues, estate quieto.

 

Chico.- Vale.

 

 Silencio.

 

Él sigue encima de ella, pero ya no se mueve.

 

Chica.- ¿Qué te pasa?

 

Chico.- Nada.

 

Chica.- Te pasa algo.

 

Chico.- Que no.

 

Chica.- Pero no me lo quieres decir.

 

Chico.- Es que…

 

Chica.- ¿Estás aburrido?

 

Chico.- Pues...

 

Chica.- ¿Es que follar es aburrido?

 

Chico.- No, pero como no me dejas que me mueva.

 

Chica.- ¿Es que hay que moverse?

 

Chico.- Hombre...

 

Chica.- Bueno, pues muévete.

 

Chico.- Vale.

 

Chica.- Pero no hagas tanto ruido.

 

Chico.- (Jadeando) ¡Ah, ah, ah!

 

Chica.- Que pareces un animal.

 

Chico.- ¡Yaaaaa!

 

Chica.- ¿Ya, qué?

 

Chico.- Que ya.

 

Chica.- ¿Ya?

 

Chico.- Sí.

 

Chica.- Vaya.

 

Chico.- Vaya.

 

Chica.- (Silencio)

 

Chico.- ¿La tienes todavía?

 

Chica.- ¿El qué?

 

Chico.- La carencia.

 

Chica.- Pues...

 

Chico.- ¿Qué?

 

Chica.- ¿Ya lo hemos hecho?

 

Chico.- Sí.

 

Chica.- Pero del todo.

 

Chico.- Totalmente.

 

Chica.- (Silencio)

 

Él le vuelve a colocar la bufanda en el cuello.

 

Chico.- Bueno.

 

Chica.- Bueno.

 

Chico.- Adiós.

 

Chica.- ¿Qué?

 

Chico.- Que adiós.

 

Chica.- Vale.

 

Chico.- ¿Qué?

 

Chica.- Que adiós.

 

Oscuro.

 

 

 

  

Escena dos.

  

 Madre.- Cariño.

 

Chica.- ¿Mamá?

 

Madre.- ¿Qué significa esto?

 

Chica.- Es un bebé.

 

Madre.- ¿Qué hacía en el armario?

 

Chica.- ¿En mi armario?

 

Madre.- En el cajón de las bragas.

 

Chica.- Es mi hijo.

 

Madre.- No cambies de tema.

 

Chica.- Mamá.

 

Madre.- Eres el desorden en persona.

 

Chica.- Acaba de nacer.

 

Madre.- No quiero excusas, niña.

 

Chica.- Mamá, es tu nieto.

 

Madre.- Pues lo pones en otro cajón que no esté tan lleno.

 

Chica.- Lo siento.

 

Madre.- Es que, así, no hay manera de encontrar las cosas, hija mía.  Es por tu bien.

 

Chica.- No lo volveré a hacer mamá.

 

Madre.- Eso espero.

 

Oscuro.

 


 



Escena tres.

  

 Chica.- Verá, señor.

 

Señor.- Necesitas ayuda ¿verdad?  ¿Dinero?

 

Chica.- Sí… para

 

Señor.-  ¿Para droga?

 

Chica.-  No sé, creo que más bien para…pañales.

 

Señor.- No sé si puedo fiarme de ti.

 

Chica.- A qué se refiere.

 

Señor.-  Todo el mundo sabe que los chats de internet están llenos de adolescentes desalmadas que abusan de la confianza de hombres maduros  como yo.

 

Chica.- No, yo no pretendo…

 

Señor.-  ¿Abusar de mi ingenuidad?    ¿Chantajearme?  Humm… No sé… Apenas nos conocemos, no me fío de ti…

 

Chica.-  Usted me convenció para que le enviara fotos mías, desnuda;   y fingió ser un muchacho joven para hacerme acudir a esta cita… 

Jamás imaginé que el supuesto chico con el que yo chateaba, en realidad era el padre de mi mejor amiga.

 

Señor.-  ¿Me acusas de algo?

 

Chica.-  No, pero…

 

Señor.-  Te equivocas conmigo, pequeña, no sé qué clase de mentiras te habrá contado mi hija, o mi esposa, o tus padres, o tus profesores,  o los asistentes sociales o tu psicóloga, o la policía o habrás leído en la prensa o visto en la televisión acerca de mí, pero yo soy un tipo digno, jamás haría nada con la mejor amiga de mi hija.  Sobre todo teniendo en cuanta que eres virgen.

 

Chica.- En realidad, no lo soy.

 

Señor.- Esas cosas no deberías ir contándolas por ahí.  Toma.

 

Chica.- ¿Por qué me da dinero?

 

Señor.-  Lo necesitas para drogarte, lo has dicho antes.

 

Chica.- Es más bien para pañales.

 

Señor.- No te juzgo.  Todos tenemos nuestros vicios.

 

Chica.- ¿Y qué quiere a cambio?

 

Señor.- ¿Quién?  ¿Yo?

 

Chica.-   ¿Pretende que tengamos usted y yo…  sexo?

 

Señor.-   Calla.  Quiero que borres de tu mente, esos sucios pensamientos.  Yo nunca sería capaz de abusar de una joven a la que he visto crecer al lado de mi hija.  Nunca.  Nunca lo haría.  Nunca, estando en libertad vigilada, y con varios medios de comunicación pendientes día y noche de esta casa. ¿Me has entendido?, quiero que borres esa extraña idea de tu mente.

 

Chica.- Lo sé, señor.  Le he juzgado mal.  Perdóneme.

 

Señor.- Sin embargo, conozco a unos señores muy discretos a los que les encantaría tener una cita contigo.  Unos hombres de toda confianza  y alto poder adquisitivo.  Les ayudo a conocer a chicas exentas de prejuicios como tú.  Concertaré una cita.  Te encantará charlar con ellos.  Ah, y les llevarás este paquetito de mi parte.

 

Chica.-  ¿Es droga?

 

Señor.-  Necesitas dinero para pagar los pañales ¿verdad?

 

Chica.-  Puess…

 

Señor.- Eres un cielo.

 

 

Oscuro.

 

 

 

 

 

Escena cuatro.

 

Agente.- Confiesa, ¿qué hacías con esos hombres?

 

Chica.- Eran unos familiares.

 

Agente.- ¿Ah, sí?

 

Chica.- Sí.

 

Agente.- ¿Y por qué te besaban?

 

Chica.- ¿Está prohibido que un familiar bese a otro? ¿A usted no le besan sus familiares?

 

Agente.- ¿Cuántos años tienes?

 

Chica.- Diecisiete.

 

Agente.- ¿Diecisiete?

 

Chica.- Diecisiete.

 

Agente.- Esos hombres podrían ser tus abuelos.

 

Chica.- Eran mis abuelos.

 

Agente.- Me gustaría creerte, pero este es un caso muy extraño.

 

Chica.- Soy inocente.

 

Agente.- Es posible, no creo que hayas podido caer tan bajo.  Eres muy joven.

 

Chica.- No soy tan joven.  Está bien, le diré la verdad, a esos hombres me los presentó el padre de mi mejor amiga para…

 

Agente.- ¿Eres virgen?

 

Chica.- ¿Y usted?

 

Agente.- Yo hago las preguntas, soy la autoridad.

 

Chica.- Menuda autoridad.  Ni siquiera es policía.

 

Agente.- Pero soy bombero, que es muy parecido.

 

Chica.- ¿Parecido?

 

Agente.- Claro, llevamos sirena en el coche como la policía, y casco y placa y cinturón de hebilla gorda, y nuestro teléfono es muy parecido al de la policía...

 

Chica.- Pero usted no tiene derecho a amenazarme con un hacha.

 

Agente.- No tengo pistola, y una manguera no intimida.  Además, yo no te estoy amenazando.

 

Chica.- Ahora no, pero antes en la habitación...

 

Agente.- Recibimos una llamada, había un incendio en la habitación de un hotel.

 

Chica.- Allí no había ningún fuego.

 

Agente.- Nos equivocamos al tomar la dirección, en el auténtico incendio fallecieron todos.

 

Chica.- Fantástico.

 

Agente.- Pero cuando echamos la puerta abajo con el hacha...

 

Chica.- Allanamiento de morada.

 

Agente.-... Y vimos aquella orgía, nos vimos obligados a actuar.


 Chica.- ¿Ah sí?

 

Agente.- Sí.

 

Chica.- ¿Por qué?

 

Agente.- Pues... y a ti que te importa, además tú no haces las preguntas, eres solo la delincuente, el bombero soy yo. 

 

Chica.- Ya.

 

Agente.- ¿Qué te hacían esos hombres?

 

Chica.- Nada, estábamos hablando.  ¿Usted no habla con la gente?

 

Agente.- No, no con hombres desnudos que visten liguero y llevan un látigo en la mano.

 

Chica.- No debería usted juzgar a la gente por su apariencia, esos hombres eran personas muy sensibles, intelectuales...

 

Agente.-  Humm…

 

Chica.- Todos esos hombres están casados, y alguno de ellos es concejal.

 

Agente.- ¿En serio? Tu versión parece razonable, puede que todo esto sólo sea  un lamentable error.

 

Chica.- Soy una pobre víctima inocente.

 

Agente.- Una joven como tú no puede ser capaz de actos tan atroces. 

 

Chica.-  Soy víctima de las apariencias.

 

Agente.- Te puedes marchar.


 Chica.- Gracias.

 

Agente.- Aunque… espera un momento.

 

Chica.- ¿Qué?

 

Agente.- Una última duda.

 

Chica.- ¿Sí?

 

Agente.- ¿A quién pertenece esta droga que hemos incautado?  A esos señores tan respetables seguro que no.

 

Oscuro.

 

 

  

 

Escena cinco.

  

Chica.- ¿Llevas mucho tiempo aquí dentro?

 

Compañera.- Unos cuantos años, ¿y tú?

 

Chica.- Acabo de entrar.

 

Compañera.- ¿Por qué te han metido?

 

Chica.- No sé, por temas de tráfico, creo.

 

Compañera.-  No jodas.  ¿Has atropellado a alguien?

 

Chica.- Pues no.

 

Compañera.- No creo que estés aquí por no pagar las multas.

 

Chica.- Qué va.

 

Compañera.- ¿Entonces?

 

Chica.- Es difícil de explicar… acudí a una cita con unos hombres muy importantes y yo les llevé un paquete con sustancias raras… y después  me pidieron que hiciera cosas que yo ni siquiera sabía que existían… ya sabes… el tipo de cosas que no les gusta ver a los bomberos.

 

Compañera.- Bomberos, ¿eh?  No me digas más.

 

Chica.- ¿Y tú?

 

Compañera.- Yo estoy aquí injustamente, me acusan de comerciar con bebés y otras monstruosidades parecidas.

 

Chica.- ¿Sabes?, yo tengo un pequeño.

 

Compañera.- Pareces muy joven para ser madre.

 

Chica.- Tengo ya dieciséis años.

 

Compañera.- Y, oye, tu bebé...

 

Chica.- ¿Qué?

 

Compañera.- ¿Tiene todos los órganos?

 

Chica.- ¿Qué quieres decir?

 

Compañera.- Ya sabes, dos riñones, dos ojos, un hígado, un corazón.

 

Chica.- Creo que sí, pero no estoy segura.

 

Compañera.- ¿No estás segura?

 

Chica.- Nunca me he fijado en su hígado, ni tampoco en sus riñones.

 

Compañera.- ¿Pero es un bebé normal?

 

Chica.- Eso creo.  Un poco llorón, quizás.

 

Compañera.- ¿Dónde lo tienes?

 

Chica.- En mi baño, escondido.  Mamá registra a menudo mi cuarto y…

 

Compañera.- ¿Es posible?

 

Chica.- Sí.

 

Compañera.- En un baño hay demasiada humedad.  No debes hacer eso, podrías echar a perder sus pulmones y... eso reduce su valor de mercado y... Dios mío, no tendrás ninguna enfermedad infecciosa, ¿verdad?

 

Chica.- Yo creo que no, pero su padre.

 

Compañera.- ¿Qué?

 

Chica.- En el instituto dicen que tiene... pero son sólo rumores... aunque nunca usa condón...

 

Compañera.- No importa.  Le haremos pruebas médicas al bebé.

 

Chica.- ¿Dónde?

 

Compañera.- En clínicas de alto standing.

 

Chica.- ¿Estás de coña?  ¿Vas a cuidar de mi peque?

 

Compañera.- Yo, directamente, no.  Pero podría hablar con personas capaces de proporcionarle un futuro mejor.

 

Chica.- ¿Un futuro mejor?

 

Compañera.- Sí.  Y conseguir que sus ojos puedan ver hermosos palacios, y sus riñones filtren alimentos de gran calidad, y que su corazón bombee sangre azul...

 

Chica.- Eso sería maravilloso, pero debe de ser caro.

 

Compañera.- ¿Caro?  No.  Al contrario.  Yo podría ayudarte. Estoy aquí encerrada  por ayudar a la gente a ser feliz, fíjate, qué ironía.

 

Chica.- Pero yo soy bastante pobre.

 

Compañera.- Podrías ganar mucho dinero.

 

Chica.- ¿Dinero?   ¿Ganar?  ¿Por hacer feliz a mi hijo?

 

Compañera.- Puedo ofrecerte hasta medio millón.

 

Chica.- No quiero separarme de mi niño.

 

Compañera.- No te separarás del todo, podrás encontrar un poquito de tu pequeño en otras personas.

 

Chica.- No lo entiendo.

 

Compañera.- Es que no crees en la bondad humana.

 

Oscuro.

 

 

 

 Escena seis.

  

Chica.- Qué sorpresa.

 

Amiga.- Hola, ¿no me esperabas?

 

Chica.- No, la verdad.

 

Amiga.- ¿Qué te pasa?, te noto un poco nerviosa.

 

Chica.- Yo... ¿nerviosa?

 

Amiga.- Sí.

 

Chica.- Son imaginaciones tuyas.

 

Amiga.- ¿Imaginaciones?

 

Chica.- Sí.

 

Amiga.- ¿En serio?

 

Chica.- Claro.

 

Amiga.- Pues a mí me parece que no te alegras de verme.

 

Chica.- Qué tontería.

 

Amiga.- Me dijeron que te habían encerrado por un asunto de drogas.

 

Chica.- Sí.

 

Amiga.-  Es una sorpresa.

 

Chica.- ¿El qué?

 

Amiga.- Que te hayan dejado salir.  De pronto.

 

Chica.- Sí.  Parece que la justicia existe.

 

Amiga.- ¿Cómo lo has hecho?

 

Chica.- ¿Para salir?

 

Amiga.- Sí.

 

Chica.- Conseguí pagar la fianza.


 

Amiga.- ¿En serio?

 

Chica.- Sí.

 

Amiga.- ¿El medio millón?

 

Chica.- ¿Sabes?  Todavía hay gente buena en el mundo.

 

Amiga.- Pero es mucho dinero.

 

Chica.- Tuve suerte.

 

Silencio.

 

Amiga.- Cuando me dijeron que estabas en la cárcel, me preocupé.

 

Chica.- ¿Por qué?

 

Amiga.- No sé, tonterías, pensé que si te torturaban...

 

Chica.- No seas ridícula, en la cárcel no torturan, allí solo reinsertan a la gente.

 

Amiga.- Pensé que de algún modo podían sacártelo...

 

Chica.- ¿Sacármelo?

 

Amiga.- Lo que sabes de mí...

 

Chica.- ¿De ti?

 

Amiga.- Ya sabes, mi secreto, lo que hago cuando no hay nadie cerca.

 

Chica.- Ah ya, lo de...

 

Amiga.- Calla, nos pueden oír.

 

Chica.- Perdona.

 

Amiga.- Hoy había unos policías preguntando a los vecinos.

 

Chica.- ¿En serio?

 

Amiga.- Será casualidad, ¿verdad?

 


Chica.- ¿Qué insinúas?

 

Amiga.- Has hecho un trato con ellos, ¿no?

 

Chica.- Pero, ¿qué dices?

 

Amiga.- Para que te dejen salir, les has contado lo mío a cambio.

 

Chica.- Tranquilízate.

 

Amiga.- Me has entregado a ellos para ganar tu libertad.

 

Chica.- Me haces daño.

 

Amiga.- Maldita chivata.

 

Chica.- Un momento.

 

Amiga.- Has vendido a tu mejor amiga, eres una hija de puta.

 

Chica.- Ana, por favor.

 

Amiga.-  ¿Qué es ese ruido de sirenas? ¿Y el helicóptero?, son los GEOS que me han seguido, ¿verdad?

 

Chica.- Suéltame.

 

Amiga.- Te voy a matar.

 

Chica.- Escúchame.

 

Amiga.- No quiero

 

Chica.- Tienes que escucharme, estás equivocada.

 

Amiga.- Mientes.

 

Chica.- No tienes nada que temer.

 

Amiga.- ¿Por qué?

 

Chica.- Porque no meten a nadie en la cárcel por hacerse pajas.

 

Silencio.


 

Amiga.- (Pensando, sorprendida) ¿Ah, no?

 

Oscuro.

 

(…)


PARA LEER EL TEXTO COMPLETO ENVIAR MENSAJE A 

tomasafan@hotmail.com


ENLACE PARA ADQUIRIR EL LIBRO.

No hay comentarios:

Publicar un comentario