domingo, 5 de febrero de 2017

MIS TEXTOS PREMIADOS EN VARIAS EDICIONES DEL CERTAMEN DE TEATRO MÍNIMO “RAFAEL GUERRERO”. SELECCIÓN DE FRAGMENTOS:



-“Er visitante” (III CERTAMEN).

-“Triángulo del nuevo tiempo” (IV CERTAMEN).

-“Amenaza en el área -echa, echa-“ (V CERTAMEN).

-“El pacto con el diablo”.   (VI CERTAMEN).

 “Luchar por la paz” (XV CERTAMEN).

“deCaídos” (XVII CERTAMEN).



 “ER VISITANTE” (III CERTAMEN):

Er visitante.- Jefe.

El hombre.- ¿Qué?

Visitante.-¿Hase usté el favó?

Hombre.- ¿Para qué?

Visitante.- Es que nesesito comunicamme con los míos.

Hombre.- Ahí atrás hay un teléfono.

Visitante.- Es que vengo de otra galasia.

Hombre.- Sí.

Visitante.- Y nesesito ponemme en contasto con mi planeta.

Hombre.- Mu bien.

Visitante.- ¿Que si me puedes pasá sinco duritos que nesesito?

Hombre.- ¿Cinco duros?

Visitante.- Es que voy a ponemme en contasto.

Hombre.- Ya.

Visitante.- Con los de mi rasa.

Hombre.- Toma.

Visitante.- Y un sigarrito, si puede sé.

Hombre.- ¿Pa ponerte en contacto con los de tu raza?

Visitante.- No, es pa liamme un canutillo, que tengo una piedra jachí.

Hombre.- ¿De tu planeta?

Visitante.- No dalgesiras.

Hombre.- Anda toma.

Visitante.- Grasias.

Hombre.- Por cierto me parece que el teléfono está escacharrao.

Visitante.- Da iguá, si yo me comunico por telepatía.  Los sinco duritos son pa una servesa.

Hombre.- (Silensio)

Visitante.- Monse.

Hombre.- ¿Mande?

Visitante.- No, asque mi seniora se llama Monse y mestoy comunicando con ella.

Hombre.- Ya, por telepatía.

Visitante.- ¿Cómo lo sabe?

Hombre.- Tó se pega.

Visitante.- (Chillando) ¡Monse!
¡La virgen!

Hombre.- ¿Está comunicando?

Visitante.- Que va, que no quiere ponelse. Yo pa mí que me la pega.

Hombre.- ¿Con otro estraterrestre?

Visitante.- Sí, con el del gas butano.

Hombre.- Ah, ¿es que hay gas butano, allí en su planeta?

Visitante.- Pos claro, ¿por qué?

Hombre.- Na, que me había estraniao.

Visitante.- ¿Es que aquí no hay gas butano?

Hombre.- Sí.

Visitante.- ¿Pos entonses, de que testrañas?

Hombre.- No, de ná.

Visitante.- Ya, ya parese que contestan.

Visitante.- Paquillo, hijo mío.

Hombre.- ¿Su hijo dusté se llama Paquillo?

Visitante.- (Al zagá) Espera hijo. 
(Al otro) Sí señó.

Hombre.- Qué cosas.

Visitante.- El anio que viene hase la comuñón.

Hombre.- ¿Allí en su planeta?

Visitante.- Pos claro, no voy a trael-lo aquí a España, pa que haga la comuñón, la criatura.

Hombre.- (Silensio)

Visitante.- Paquito.

Hombre.- ¿Y cómo lo hace?

Visitante.- (Al nene) Espera hijo.

Visitante.- ¿Qué?

Hombre.- ¿Que cómo hace la comuñón?

Visitante.- Pos de marinero.

Hombre.- ¿Pero en una iglesia?

Visitante.- No, en un puticlú.  Pos claro que sí, en una iglesia.

Hombre.- ¿Entonces, hay iglesias en Marte?

Visitante.- En Marte no sé, pero en mi planeta sí.

Hombre.- ¿Y Dios?

Visitante.- ¿Qué?

Hombre.- ¿Usté cree en Dios?

Visitante.- (Al chiquillo) Paquito, hijo mío, voy a cortá, que hay aquí un tío pesao y me va a salí la conferensia por un dinerá.  Ahora despué te llamo.

Visitante.- ¿Digamuste?

Hombre.- No, le preguntaba por Dios, que si son creyentes allí en su planeta.

Visitante.- ¿Creyentes?  Pos claro, ¿aquí no?

Hombre.- Sí, algunos, pero otros, ya sabe... dicen que Dios no esiste.

Visitante.- Pero, ¿cómo que no esiste?  ¿Es que no lo han visto?

Hombre.- ¿A Dios?  ¿Verlo?  Pues noo.

Visitante.- Joé.

Hombre.- ¿Usté sí?

Visitante.- Si vivimos puerta con puerta, como quien dise.

Hombre.- ¿Con Dios?

Visitante.- Su madre y la mía, íntimas de toa la vida.

Hombre.- ¿En serio?

Visitante.- Fueron al colegio juntas.  Y yo de chico me llevaba mu bien con él.  Jugábamos a las canicas y tó.

Hombre.- ¿Con Dios?

Visitante.- Sí, antes de haserse famoso.  Pero, cuando empesó toa la movida del cristianismo y to eso, ya, el hombre se volvió mu reservao.  Que si patatín, que si patatán, que si guardias de seguridá, a su lao, y ya no hay quien se le aserque. ¿Sabusté?

Hombre.- ¿Sí?

Visitante.- Yo pa mi, que se le ha subío la omnipotensia a la cabesa.
(...)
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“TRIÁNGULO DEL NUEVO TIEMPO” (IV CERTAMEN):

Loli.- ¿Sabes?  Cuando venía para casa, pasé por el super, y no te lo vas a creer: había un hombre en oferta.

Margarita.- ¿Un hombre en oferta?

Loli.- Sí.

Margarita.- ¿En serio?

Loli.- Sí.

Margarita.- ¿Cuál?

Loli.- Que más da.  Uno.

Margarita.- ¿Y?

Loli.- Pensé que quizás, yo...

Margarita.- Loli.

Loli.- ¿Qué?

Margarita.- ¿Estás loca?

Loli.- ¿Por qué?

Margarita.- Eres una irresponsable. ¿Tú sabes...?  ¿Te haces una idea de todo el mantenimiento que necesita un hombre?

Loli.- Tengo algunos ahorros, y aquí al lado hay una gasolinera.  No tendría ni siquiera que llevarlo.  Mami le daba dinero a papi, y repostaba él solito.

Margarita.- ¿Y para qué coño quieres tú, un hombre?

Loli.- De adorno, y también para...

Margarita.- Dilo.

Loli.- Para la cama.

Margarita.- Me lo temía.

Loli.- Cuando me levanto, nunca tengo tiempo de hacer mi cama, y un hombre podría hacerla, y arreglarme el dormitorio por las mañanas.

Margarita.- Pero tendrías que verle la cara todos los días, a todas horas.

Loli.- No.  Compartiría la caseta del perro, hay sitio de sobra.

Margarita.- ¿Y crees que a Toby no le importaría?

Loli.- Se siente solo desde que murió su tortuguita, eran muy amigos.

Margarita.- Pero una tortuga no es lo mismo que un hombre.

Loli.- La decisión está tomada.

Margarita.- ¿Lo vas a comprar?

Loli.- No.

Margarita.- Menos mal, creí que ya era demasiado tarde.

Loli.- Es demasiado tarde, te presento a Manolo.

Margarita.- ¿Manolo?

Manolo.- Hola.

Margarita.- ¿Tú?

Loli.- ¿Le conoces?

Manolo.- Margarita, cariño, déjame explicarte.

Margarita.- ¿Qué haces en esta casa, con otra mujer?

Loli.- ¿Qué está pasando?

Margarita.- Yo te tiré al cubo de la basura.

Manolo.- Verás, yo no tuve la culpa, me reciclaron.

Margarita.- ¿Quién?

Manolo.- Una familia de Connecticut, estuve en una granja de rehabilitación.

(...)
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“AMENAZA EN EL ÁREA -ECHA, ECHA-“ (V CERTAMEN):

(Dos señores practican balompié en mitad de un rectángulo de juego, uno de ellos le reclama el esférico al otro)

Fusbolista 1.- Echa, echa.
Echa, echa.

Fusbolista 2.- ¿Qué quieres tú?

Fusbolista 1.- Que me eches la pelota, nada más que eso.

Fusbolista 2.- Por tu linda cara, ¿no?

Fusbolista 1.- No.  Porque soy de tu equipo.

Fusbolista 2.- ¿Y te crees que eso te da derecho a que yo te eche la pelota porque sí?

Fusbolista 1.- Ea.

Fusbolista 2.- Pues que sepas que hay nueve jugadores más en mi equipo.

Fusbolista 1.- Yaa.

Fusbolista 2.- ¿Y por qué te tengo que echar a ti concretamente, la pelota?

Fusbolista 1.- Jolines, porque estoy solo.

Fusbolista 2.- Pues busca compañía.

Fusbolista 1.- Que estoy aquí, solo, delante de la portería vacía.

Fusbolista 2.- ¿Y...?

Fusbolista 1.- Que el portero está distraído.

Fusbolista 2.- ¿Distraído?, está roncando como un paraguas.

Fusbolista 1.- Pues échame la pelota y le hacemos un gol.

Fusbolista 2.- Como si eso fuera así de fácil.

Fusbolista 1.- ¿No?

Fusbolista 2.- Pues no.

Fusbolista 1.- ¡Tachuelas!

Fusbolista 2.- Esto lleva sus trámites y su burocracia, yo no te puedo hacer entrega del balón, así como así.

Fusbolista 1.- Pero si no nos ve nadie.

Fusbolista 2.- Anda, firma aquí, so corrupto.

Fusbolista 1.- ¿Aquí?

Fusbolista 2.- Las cosas tienen sus trámites.

Fusbolista 1.- No tengo bolígrafo.

Fusbolista 2.- Te lo inventas.

Fusbolista 1.- ¿Vale firmar con una máquina de escribir?, siempre llevo una portátil para casos de urgencia.

Fusbolista 2.- Puede valer.  Fírmamelo por triplicado, y relléname tus datos personales, no puedo entregarle la pelota a cualquiera.

Fusbolista 1.- Pero si soy Santi, el delantero centro, si nos vemos todos los días en el entrenamiento.

Fusbolista 2.- No se pueden hacer excepciones, la justicia es igual para todos.

Fusbolista 1.- Ya está.

Fusbolista 2.- Necesito tu partida de nacimiento y fotocopia de tus huellas dactilares.

Fusbolista 1.- Me cago en los tobillos.

Fusbolista 2.- ¿Quieres la pelota o me la llevo a otro lado?

Fusbolista 1.- Toma, pero es un abuso, me parece, ¿eh?

Fusbolista 2.- Son tres mil setecientas veinticinco de las antiguas pesetas en concepto de tasa administrativa.

Fusbolista 1.- Pellízcame, que estoy soñando.

Fusbolista 2.- Con pellizco son veinte duros más.

Fusbolista 1.- No, pues me pones la tarifa sin pellizco.

(...)
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“EL PACTO CON EL DIABLO”   (VI CERTAMEN).

Un hombre hace extraños movimientos.  Incomprensibles.  Danza imposibles coreografías, emite insondables gruñidos.  Incluso, creemos percibir, que canturrea algo semejante a una versión karaoke, oscura  y arrítmica del Aserejé.

De improviso, aparece otro personaje, parece desorientado.

Demonio.
¿Dónde estoy?

Hombre.
Lo conseguí.

Demonio.
¿Qué?

Hombre.
¿Es usted el demonio?

Demonio.
Sí señor, ¿pero qué hago aquí?

Hombre.
Nada, que le he invocado.

Demonio.
(Fastidiadísimo) Qué cruz.  Madre mía.  Qué trabajo más pringao el mío, por Dios Santo.  Qué sino más negro.

Hombre.
¿Se encuentra bien?

Demonio.
(Borde) ¿Y qué coño quiere?

Hombre.
Nada en particular.

Demonio.
¿Me ha invocado usted por nada en particular?

Hombre.
No, es que me sentía solo y...

Demonio.
Pues yo no, yo me sentía la mar de bien y de acompañado, estaba con mi novia y mis suegros en el cine, porque no sé si lo sabe pero hoy es domingo, y la gente descansa los domingos después de todo el ajetreo de la semana…

Hombre.
Ya pero…

Demonio.
…Y a mí personalmente los domingos por la tarde después de salir de misa negra, me gusta meterme en el cine con mi novia y los padres de mi novia, que son una pareja la mar de salada que ha venido a visitarnos desde San Sebastián, porque son de allí…

Hombre.
¿Ah sí?, qué ciudad más bonita, ¿eh?

Demonio.
Y hoy además ponían en el cine una película preciosa de ciencia ficción, y va usted y me invoca obligándome a dejar plantada a mi novia, y haciéndome quedar fatal con mis suegros, y además me invoca para nada, en plan necesito compañía...

Hombre.
Hombre, si le he molestado...

Demonio.
Mucho.

(Hace ademán de marcharse el recién llegado, pero el otro detiene su mutis)

Hombre.
Pues no sé, ya que está aquí, por no haberle hecho venir en balde, si quiere le vendo mi alma.

Demonio.
¿Su alma?

Hombre.
Sí.  ¿Cuánto me ofrece por mi alma?

Demonio.
(Tras hacerle una desganada y breve pero especializada tasación que incluye apertura de boca y examen de dientes) Pues lo que llevo encima, cuarenta duros.

Hombre.
Con eso yo no hago nada.

Demonio.
Pues es lo que hay.

Hombre.
No se vaya.  Vamos a negociar, hombre.

Demonio.
¿Negociar?

Hombre.
Sí, yo le pido cuatro billones de dólares, y usted me ofrece...

Demonio.
Y yo le ofrezco cuarenta duros.

Hombre.
Está bien.  Y ahora yo le pido un billón de dólares.

Demonio.
Y yo le ofrezco cuarenta duros.

Hombre.
Pero sea flexible, yo he bajado tres billones de golpe.

Demonio.
Pero si es que usted no lo entiende, ¿para qué coño quiero yo su alma?

Hombre.
Pues para el infierno y esas cosas.

Demonio.
Pero si en el infierno nos salen las almas por las orejas, estamos saturados de almas en pena, le pegas una patada a un caldera y te salen un montón de almas. 

Hombre.
¿En serio?

Demonio.
Yo ya las almas que me llegan las llevo directamente al chatarrero, que me las compra al peso.

Hombre.
¿Qué me dice?

Demonio.
Lo que oye, el tema de las almas está totalmente devaluado.

Hombre.
 (Notoriamente decepcionado) Uff.

Demonio.
¿No lo sabía?

Hombre.
Hombre, había oído algo, pero… ¡Quién iba a imaginar!

Demonio.
La espiritualidad es un valor absolutamente en quiebra.

Hombre.
Jolín.

Demonio.
Y eso es lo que hay.

Hombre.
Ya veo, ya.

Demonio.
Nosotros lo de las almas, ya no lo tenemos de hecho como dedicación prioritaria, ahora utilizamos el fuego, las calderas y toda la infraestructura para hacer comida a domicilio.

Hombre.
No joda.

Demonio.
Sí señor, pollos asados, guisos, fritangas, pasta, y sobre todo pizzas.  Nos salen supercrujientes.  Tenga en cuenta que nuestra infraestructura de calderos y hornos no tiene parangón.

Hombre.
¡Comida a domicilio!

Demonio.
Deja mucho más beneficio.  Todavía mantenemos lo de los tormentos para los condenados pero como una curiosidad en plan turística para atraer a la clientela, y por seguir en algo la tradición familiar, pero eso ya no deja beneficio ninguno.

Hombre.
Entonces, ya, el tema de los pactos con el diablo...

Demonio.
Sí hombre, yo todavía hago pactos y contratos, con los proveedores, y con los clientes también: si nos retrasamos media hora en llevarles su pedido a casa les devolvemos el dinero.

(...)
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“LUCHAR POR LA PAZ” (XV CERTAMEN):

UNO.
No lo entiendo.  Pero si tú eras un tío la mar de comprometido y pacifista.

OTRO.
Y lo sigo siendo, de un modo aún más radical si cabe…

UNO.
¿Cómo es eso?

OTRO.
Antes era un pacifista pasivo, creía que el antibelicismo se podía imponer por sí mismo. Ahora creo que el pacifismo, hay que defenderlo a muerte, con la fuerza de las armas, si es preciso.

UNO.
O sea que lo tuyo es…

OTRO.
Una vocación, un sacerdocio.

UNO.
¿Y lo de poner en riesgo tu vida, alistándote en las fuerzas armadas?

OTRO.
¿Qué riesgo?  Los ejércitos de hoy en día, son todos más bien de finalidad disuasoria.

UNO.
Pero se corre peligro.

OTRO.
Hombre, no creo que nos vayan a poner en situaciones peligrosas, ahora está todo el mundo muy concienciado con lo de la prevención de riesgos laborales.  Es cierto, que es un trabajo que conlleva cierto riesgo porque se trabaja con herramientas un poquito peligrosas.  Pero digo yo que esto es como currar en el sector de la construcción, por ejemplo.  Poniéndote el casco mientras trabajas y esquivando un poquito las balas enemigas, no tiene que haber mayor problema…

UNO.
¿Así de fácil?

OTRO.
Es un negocio como otro cualquiera, en el fondo.  Lo que pasa es que hay algunos profesionales de este sector, un poquito agresivos en su forma de entender el trabajo.

UNO.
Eso es lo malo, que hay gente con muy mala uva, que tira a dar.

OTRO.
Es que es un sector en el que hay muchísima competitividad.

UNO.
Sí, es verdad, y los empleados de la competencia, no se andan con chiquitas.  Son capaces de cualquier cosa, con tal de conseguir mejor cuenta de resultados. 

OTRO.
Es lo que tiene.

UNO.
Hombre, la competencia es buena, porque te obliga a esforzarte más, pero dentro de unos límites.

OTRO.
En todo caso, estaríamos hablando de un caso excepcional.  Es muy difícil que haya que entrar en combate.

UNO.
¿Y si se declara una guerra?

OTRO.
¿Una guerra?  ¿A estas alturas de la película?  Con la de problemas que tienen todos los países, quién va a querer meterse en una guerra, con lo caras que son.

UNO.
Pero, ¿y si sucede?

OTRO.
Hombre, las guerras no son tan malas, creo yo.  Tienen mala prensa, es verdad, pero se exagera un poco.   La prensa sensacionalista, se centra mucho en la sangre y los muertos, y todo el rollo escabroso, sin dar cobertura informativa a las cosas bonitas que también las hay: los uniformes, el diseño de las armas, las banderas, la camaradería, los desfiles…

UNO.
¿Tú crees?

OTRO.
Es muy manipuladora, la prensa, con respecto a la guerra, las cámaras en vez de mostrar los miles de edificios que han quedado intactos, después de un bombardeo, van y sacan los que han estallado por efecto de las bombas, aunque hayan sido una minoría minúscula.  Y con las personas, igual, siempre van buscando con las fotos a los muertos, habiendo muchísimos más vivos.

UNO.
Pero no me negarás que lo normal es que en las guerras resulte mucha gente herida.

OTRO.
¿Heridos en una batalla?  Yo no lo veo tan inevitable, aunque nunca se sabe, siempre puede haber algún accidente, cuando hay tantos soldados jugando con armas devastadoras, cabe la posibilidad de que alguno resulte lastimado.

UNO.
¿Y si alguna vez te toca matar a alguien?

OTRO.
¡Por qué me iba a tocar matar a nadie, qué dices!  Qué mal rollo.

UNO.
(Irónico) Ah, es verdad, qué tontería, ¿dónde se ha visto a militares que maten?   Menudo contrasentido.

OTRO.
Además, supongo que se podrá razonar con los superiores.  No pueden obligarme a usar la violencia.  Eso iría contra la Constitución.  Puedo recurrir al Defensor del Pueblo.

UNO.
Yo que tú me iría preparando el cuerpo, por si te toca tener que matar a alguno.

OTRO.
Matar, lo que se dice matar, no hay por qué matar a nadie.  Otra cosa son las víctimas que se producen, como en cualquier actividad de riesgo, como las hay a montones.

UNO.
Tú tendrás que hacer lo que te ordenen tus superiores.

OTRO.
Ya, pero esas órdenes no tienen porqué ser injustas, si me ordenan disparar contra alguien, sus razones tendrán los jefes.

UNO.
Sí, razones de peso, como… ¿por ejemplo?

OTRO.
¿Qué?

UNO.
¿Qué justificaría, según tú, matar a otro soldado?

OTRO.
Pues qué sé yo, que ese soldado sea un… cabronazo.

UNO.
¿Y si es un pobre padre de familia numerosa que se ha tenido que alistar para salir adelante?

OTRO.
¿Y si es un peligroso sicópata en serie?  También puede darse el caso, ¿no? 

UNO.
Supongo que es una lotería, a lo mejor tienes suerte y te estás cargando a un hijo de puta, pero también puede ser que te estés cargando a una bellísima persona.

OTRO.
Será cosa de tener un poquito de ojo, al disparar.

UNO.
Ya, pero así con las prisas y la tensión del fragor del combate, no debe de ser nada fácil poder detectar a la buena gente, esas personas que valen la pena.  Esas almas gemelas, a las que habría valido la pena conocer, y que te habría encantado que te enseñaran su país y sus costumbres.

OTRO.
Es verdad, con lo trotamundos que soy yo, que me encanta viajar, y conocer otras culturas.  Casi prefiero cargarme a los de mi país, que los tengo, ya, muy vistos.

(...)
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“deCaídos” (XVII CERTAMEN):

(En escena, sobre una pequeña plataforma que aparentemente está a cierta, indeterminada, altura, dos personajes. Uno de ellos, el personaje “1”, es de pequeña estatura y mediana edad y viste un gastado traje. El otro, el personaje “2”, es algo más joven y espigado,  viste una camisa y un ancho pantalón sujeto con tirantes y transmite cierto aire clown no demasiado explícito.  Este último personaje está visiblemente atribulado, mientras que el PERSONAJE 1 parece un tanto impaciente)

1. 
Vamos.

2. 
Sí, ya voy.

1.
Pero, venga.

2. 
Un momento, un momento, que me estoy concentrando.

1. 
Pues vamos palante ahora mismo.

2. 
Ché, con cuidado y sin empujar, haga usted el favor, que los empujones en el puesto de trabajo están muy mal vistos por el Estatuto de los Trabajadores.

1. 
A ver, pongamos las cosas en claro de una vez.

2. 
¿Eh?

1. 
Que esto ya pasa de castaño oscuro.

2. 
Como quiera.

1. 
Punto número uno y único:  En esta empresa somos acróbatas, y por lo tanto, hacemos piruetas y saltos mortales. 

2. 
Ya.

1.  
Así que eso es lo que hay.

2. 
Pero es que yo soy muy aprensivo, y tengo la intuición de que puedo hacerme daño.

1. 
(Para sí) Esto… esto es lo más grande.  Esto lo veía yo venir que iba a pasar tarde o temprano por lo mal que está el mercado laboral ahora mismo. 
(A su interlocutor) Pero…vamos a ver, pero, ¿usted ha aprobado las oposiciones?

2. 
Sí, por supuesto.

1. 
¿Y no salió en el examen la lección de las piruetas de los saltimbanquis y los saltos mortales?

2. 
Claro que salió y lo bordé tanto en el oral como en el escrito.

1. 
Pues entonces, ¿qué problema hay?

2. 
Pues que esto es muy diferente, y que desde aquí arriba se ven las cosas de otra manera, porque claro, la teoría me la sé yo al dedillo y si quiere usted le recito de memoria los puntos principales de la técnica del trapecio, pero qué quiere que le diga, de la teoría a la práctica hay un poquito de distancia.  Vertical, para más señas.

1. 
No me digas que en la academia dónde hiciste los estudios no practicabais los saltos y las piruetas.

2. 
Qué va, qué va, era una entreplanta con techos bajos y lo máximo que hicimos un día fue tirarnos del pupitre.  Toque, toque, todavía se me nota el chichón.

1. 
Pues entonces…

2. 
Diga.

1. 
Sintiéndolo mucho…

2. 
¿  Qué?

1. 
Nada.  Que tendremos que contratar a otro…

2. 
(Angustiado) No me diga usted eso por Dios, que me hace polvo, que se me ha agotado el paro el mes pasado, y necesito la remuneración para poder hacerle frente a la hipoteca del banco que nos está haciendo la vida imposible; es una hipoteca salvaje, sabe usted, y yo trato de tenerla encerrada en mi armario, pero en cuanto me descuido se escapa mordiendo la cerradura y me la encuentro arañando a los chiquillos mientras duermen las criaturas en su cuarto ajenas a todo.  Y luego en el colegio me preguntan los profesores que si tenemos problemas en casa. Que los niños están muy cansaitos y se duermen en clase, porque no reposan como Dios manda…

(...)

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