miércoles, 11 de enero de 2023

¿TE ACUERDAS DEL FIN DEL MUNDO?

 


PRÓLOGO.

EL FIN DEL MUNDO.

En escena cuatro personajes realizan, en la calle, acciones cotidianas.  Están inmersos en una vorágine de actividad, uno habla acaloradamente con el móvil, otra entrena y hace ejercicio físico con intensidad, otra intenta vender a los viandantes una suscripción a una onegé, y otro hace algún tipo de trabajo de reparación o de mantenimiento.  De fondo se escuchan voces de noticiarios relacionados con los días previos al confinamiento.  Nuestros personajes hacen caso omiso a pesar de que las noticias son cada vez más inquietantes.  De pronto suena una estridente sirena.  Todos se detienen.

PERSONAJE 1.  ¿Qué?

PERSONAJE 2.  ¡¿Qué?!

PERSONAJE 3.  ¡Qué!

PERSONAJE 4.  ¡¡Qué!!

VOZ EN OFF.  Atención esto no es un simulacro.  Repito, esto no es un simulacro.

PERSONAJE 4.  ¿Ah, no?

PERSONAJE 3.  ¿Y qué es?

PERSONAJE 2.  Será una broma.

PERSONAJE 1.  Sí.  Una broma pesada.

VOZ EN OFF.  Tampoco es una broma.  Repito, esto no es una broma.

PERSONAJE 1.  Entonces…

PERSONAJE 2.  ¿Qué coño pasa?

PERSONAJE 3.  No sé…

PERSONAJE 4.  (Con cierta ironía) …A lo mejor es… el fin del mundo…

Todos ríen.  Al principio lo hacen con ganas, pero poco a poco percibimos un  fondo de inquietud en su risa, uno de ellos se detiene y los otros, que lo miraban de reojo, comprueban que el personaje que ha dejado de reír refleja en su rostro cierta preocupación.  La risa es ahora un poco forzada.  En algún caso tiene incluso un matiz histérico.  La angustia aparece, también, en el rostro de alguno de los personajes.  

Vuelve a sonar la sirena.

PERSONAJE 4.  Parece que esto va en serio…

PERSONAJE 3.  ¿Tú crees que es…?

PERSONAJE 2.  ¿El qué?

PERSONAJE 1.  ¿El fin del mundo?

Nadie ríe.  Se miran, preocupados, unos a otros. 

Se marchan, de uno en uno, con visible premura y agobio, los cuatro personajes.

Se escucha voz de discurso institucional del presidente del gobierno, anunciando el estado de alarma.

Oscurece lentamente la escena.

 

 

 


 1.

289  (perdiendo los papeles).

 

En escena dos personajes, ÉL y ELLA, visiblemente acelerados y excitados.

ELLA.  ¿Los has contado ya?  

ÉL.  No he acabado aún.

ELLA.  Es una pasada. Hay un montón.

ÉL.  Vamos a pasar una cuarentena alucinante. 

ELLA.  Hemos hecho un gran trabajo.

ÉL.  Ha costado ¿eh?  Ha habido que currárselo.

ELLA.   Sí.

ÉL.  Para conseguir los últimos tuve que pelearme con el vecino del ático.

ELLA.  Madre mía.

ÉL.  Fue un poco violento todo.

ELLA.  Ya.

ÉL.  Y he notado que hay vecinos que desde que nos vieron descargar la mercancía no me hablan.

ELLA.  Que se jodan. Que hubieran sido listos como nosotros.

ÉL.  Ahora que somos una familia tenemos que actuar así. Es cuestión de supervivencia. Por cierto, ¿el niño sigue durmiendo?

ELLA.  Sí, como un bendito.

ÉL.  289.

 ELLA.  ¿Qué?

ÉL.  Ya los he contado. Tenemos 289.

ELLA.  Madre mía, yo creo que no hay nadie en el barrio que nos supere.

ÉL.  (Mostrándole su móvil)  No te creas.  Esmeralda, la  mamá de Lucía, la del noveno B, puso esta foto en su perfil de whatsapp.

ELLA.  Esa tía es tan perfecta… 

ÉL.  Es verdad siempre va por ahí presumiendo de tener la hija más lista, el piso más bonito… y ahora… ¿a ver la foto?

ELLA.  (Mirando la foto) ¡Hala!, aquí hay casi 500. 

ÉL.  Hmmm… no sé… yo creo que está trucada.

ELLA.  Ah, pues yo sé manejar el Photoshop, podemos hacer una foto y editarla.

ÉL.  No sé si es buena idea.  Al día siguiente de publicar la foto, le entraron ladrones en casa, a Esmeralda.

ELLA.  ¿Y que se llevaron? ¿El dinero, el ordenador, la tele, las joyas?

ÉL.  Todo eso ni lo tocaron, pero el papel higiénico se lo llevaron todo.

ELLA.  ¿Los 500 rollos?

ÉL.  ¡Hasta el último!

ELLA.  Pobre mujer. ¡Qué extravío!

ÉL.  Así que nosotros tenemos que andarnos con ojo.

ELLA.  No es para tanto, aún no hemos publicado la foto en el whatsapp. 

ÉL.  No debemos hacerlo.

ELLA.  ¿Seguro?

ÉL.  No quiero que entren ladrones en casa.

ELLA.  Pues lo compartimos en los grupos de familia nada más.

ÉL. Ok.

Se escuchan llantos.

ELLA.  ¡Vaya!

ÉL.  El niño.

ELLA.  Sí, ya se ha despertado.

ÉL.  ¡Se acabó la paz!

ELLA.  (Saliendo de escena) Ya voy cariño.

ÉL.  Wow, la foto me está quedando espectacular.

ELLA.  Qué guay. Oye ¿dónde has dejado los pañales?

ÉL.  ¿Pañales?

ELLA.  Sí, ya no quedan.

ÉL.  Pues…

ELLA.  ¿No has comprado?

ÉL.  No quedaba sitio en el coche. Iba hasta los topes.

ELLA.  ¡¡Qué??

ÉL.  Lo siento…

ELLA.  Mierda, mierda, mierda.

Toma un rollo de papel higiénico, lo mira y sale, resignada, mientras arrecian los llantos.  Oscuro.

 




2.

RESISTIRÉ.

 

DOCTOR.  Ah, Luna, por fin estás aquí.

LUNA. Sí, perdón… quería decirle algo… es que…

DOCTOR.  ¿Qué?

LUNA. No hay papel higiénico en ninguno de los retretes.

DOCTOR.  Ah, eso… sí… me temo que hemos sufrido una oleada de robos en el centro.  Ha desaparecido material muy muy valioso, sobre todo el papel higiénico…  Hay varios enfermeros bajo investigación.

LUNA. ¿Qué?  ¿Robos de papel higiénico?  ¿Quién iba a querer llevarse algo así?

DOCTOR.  (No la escuchaba) ¿Qué?

LUNA.  (Extrañada por la actitud del DOCTOR, que parece cansado y agobiado) ¿Qué?

DOCTOR.  Mmm… verás, te he hecho llamar porque…tengo buenas noticias para ti.

LUNA.  ¿En serio?

DOCTOR.  Sí.  Te vamos a dar de alta.

LUNA.  Entonces ¿me han curado?  ¿Ya soy normal?

DOCTOR.  Sí, Luna… tienes que irte… quiero decir… ya eres libre…  ¿Estás contenta?

LUNA.  Sí.  Supongo…

DOCTOR.  Me alegro.

LUNA.  Voy a por las cosas a mi habitación.

DOCTOR.  No hace falta.  Hemos empaquetado tu equipaje, nosotros.

LUNA.  ¿Qué?  Bueno… de todos modos echaré una ojeada por si/

DOCTOR.  Imposible.  No puedes entrar en tu habitación, estamos reacondicionando toda la planta para recibir pacientes de COVID  19.

LUNA.  ¿Cómo dice?  ¿19 pacientes?

DOCTOR.  No, mujer.  Tenemos ordenes de habilitar nuestras instalaciones  para los nuevos ingresados de la cuarentena... los compañeros de medicina general están desbordados y se ha decidido que las plantas de salud mental se utilicen para enfermos de la pandemia.  Aunque me temo que cuando todo esto acabe ocurrirá al revés, seremos nosotros, los de psiquiatría, los que estaremos sobrepasados de nuevos pacientes.  Pero eso será cuando hayamos vencido al maldito virus.

LUNA.  ¿Virus?  ¿Qué virus?

DOCTOR.  ¿Cómo?  Es que… ¿Nadie te ha hablado de…?

LUNA.  ¿De qué?

DOCTOR.  De lo que está pasando ahí fuera.

Ella niega con la cabeza.

LUNA.  He estado un poco ajena a las noticias del mundo, pero ahora, que estoy curada, me voy a empapar de la actualidad.

DOCTOR.  Vale, pero… no te empapes de golpe y porrazo, va a ser mejor que vayas entrando en el agua poquito a poco y por dónde veas que haces pie.  ¿Me entiendes?

LUNA.  Pues no mucho, la verdad, más que nada porque no tenemos piscina en casa.  Pero… un viaje a la playa… sí estaría bien… me encantaría volver al faro de Tarifa… que es… el sitio más bonito del mundo.  Allí es dónde dice usted que debo viajar ¿verdad? 

DOCTOR.  No.  Siento haberte confundido.  Y me temo que, por ahora, no vas a poder viajar…

LUNA.  ¿Por qué?

DOCTOR.  ¿De verdad no has visto nada en las noticias, o en las redes sociales o…?

LUNA.  Es que… mis terapeutas dicen que mi neurosis en parte es por culpa del sensacionalismo de los medios… Yo estaba obsesionada con que la humanidad entera podía llegar a sufrir una desgracia global.

DOCTOR.  ¿Eso… pensabas?

LUNA.  Ya no.  Me he dado cuenta de que todo era una paranoia mía… pero me iba, usted, a hablar de lo que está pasando ahí fuera.

DOCTOR.  ¿Yo?

LUNA.  Sí.  ¿No se acuerda?

DOCTOR.  Claro… hmmm… pues… resulta que hemos sufrido millones de…

LUNA.  Millones… ¿de?

DOCTOR.  … En fin… todo empezó en China cuando…

LUNA.  ¿Cuándo?

DOCTOR.  Oh, Dios mío, no me siento con fuerzas.  Deberían contártelo tus padres…o mejor… tu hermana… ella cuida siempre de ti ¿verdad?

LUNA.  Sí, ella me quiere mucho… pero  ¿qué es lo que me tiene que contar?

DOCTOR.  Verás, las cosas no son como antes… en cuanto a lo de poder salir a la calle y todo eso.

LUNA.  Ya lo sé.  Antes me pasaba todo el tiempo encerrada en casa.  Pero a partir de ahora les haré caso a mis terapeutas y me esforzaré por salir y socializar con todo el mundo.

DOCTOR.  No.  No puedes hacer eso…

LUNA.  Es que mis terapeutas/

DOCTOR.  Hazme caso.  Nada de salir de tu domicilio.

LUNA.  Bueno.  Lo que usted diga… pero… quiero que sepa… que estoy mejor que cuando me ingresaron…

DOCTOR.  Lo sé, cielo.

LUNA.  Y ya nunca más volveré a obsesionarme como antes

DOCTOR.  Perfecto.  Me alegro mucho.

LUNA.  Antes oía una voz que me susurraba: ten cuidado, Luna, todo es peligroso, salir a la calle, tocar y que te toquen… incluso respirar me parecía que podía llegar a ser… arriesgado…  ¡Qué loca estaba! ¿Verdad?

DOCTOR.  Bueno, chica, ahora estás bien y eso es lo importante.  Por cierto, toma estos guantes por si tienes que tocar algo ahí afuera.  Y también esta mascarilla para respirar.  Ah, y deberás guardar distancia de seguridad con tu familia, al menos durante las primeras semanas…

LUNA.  ¿Qué?  No está hablando en serio ¿verdad?

DOCTOR.  Me temo que sí, que hablo muy en serio.  Además… te he preparado algo… toma esta caja.

LUNA.  ¿Es un regalo?  ¿Para mí?

DOCTOR.  Ábrela.

LUNA.  (Descubriendo el contenido) Son… pastillas

DOCTOR.  (Asiente)

LUNA.  Eso significa que… no estoy curada… no soy normal

DOCTOR.  Nada es “normal” ahora, Luna.  Lo que tienes en la caja son antidepresivos.  De distintos tipos.  Para una larga temporada. 

Ella hace un amago de rechazar los tarros de pastillas.

DOCTOR.  Tómate una de las píldoras verdes y una de las rojas.

LUNA. Pero Doctor, usted sabe que yo… estoy aquí… por culpa de las drogas ¿verdad?

DOCTOR.  ¿Y?

LUNA.  Prefiero no tomar las pastillas.  Los narcóticos han arruinado mi vida.

DOCTOR.  Tienes que hacerlo.

LUNA.  ¿Es necesario?

DOCTOR.  Totalmente.

LUNA.  Vale.

DOCTOR.  Eso es.  Y dame a mí también…

LUNA.  Pero… usted… ¿también toma estas píldoras, igual que yo?

DOCTOR.  No… no, qué va.

LUNA.  Ah, ¡me había asustado!

DOCTOR.  Una roja y una verde para mí no es suficiente… yo tomo ración doble, estamos sometidos a demasiada presión últimamente.

LUNA.  ¿Qué?

DOCTOR.  (Pidiéndole que comparta sus píldoras con él) 2 rojas y 2 verdes.  Dame.  pido. 

El doctor ingiere las pastillas.

DOCTOR.  Humm… mejor… sí… mucho mejor…

LUNA.  Pero… es que… ¿está usted mal…?

DOCTOR.  Ya no.  Ahora estoy más animado… je je.  Por cierto ¿Qué hora es?

LUNA.  No sé.  No llevo reloj, ni móvil, ni/

DOCTOR.  Calla.

LUNA.  ¿Qué pasa?

DOCTOR.  ¿No lo oyes?

LUNA.  ¿Qué tendría que oír?

DOCTOR.  Deben de ser las ocho.  La gente está saliendo a los balcones para aplaudirnos.

LUNA.  ¿Gente aplaudiendo?  ¿Qué gente?

DOCTOR.  Sí.  España entera está en los balcones… aplaudiendo… y de fondo suena música… y nos miramos a los ojos… y sentimos que todo va a ir bien.  Esto pasará.

LUNA.  Doctor… creo… que eso que ha tomado le ha sentado mal…

DOCTOR.  Y cantamos todos a coro:  (Cantando a capella)Resistiré, erguido frente a todo
Me volveré de hierro para endurecer la piel
Y aunque los vientos de la vida soplen fuerte
Soy como el junco que se dobla, pero siempre sigue en pie”.

LUNA.  Doctor, por favor, me está asustando…  (Gritando al exterior) ¡Ayuda!  ¡Ayuda!

DOCTOR.  Resistiré, para seguir viviendo
Soportaré los golpes y jamás me rendiré
Y aunque los sueños se me rompan en pedazos
Resistiré, resistiré”.

Oscuro.

 

 

 

 3.

ANIMALADAS.

 

En escena una pareja, puede tratarse de los mismos personajes de la historia número 1.

HOMBRE.  Resistiré nanino ninonino resistiré naninoninoninoninoni

MUJER.  ¿Qué haces?

HOMBRE.  Preparándome para el aplauso de las 8.  Vente a la terraza conmigo.

MUJER.  Ni hablar.  Yo paso de aplausitos.  ¿Crees que con eso vamos ayudar a la pobre gente que se está dejando la piel en los hospitales y demás…?

HOMBRE.  ¿Ah, no?

MUJER.  Qué va, qué va.  Lo que hay que hacer es dar caña.   Hoy a las 8 hay una cacerolada.  ¿Te apuntas?

HOMBRE.  No sé… la verdad…

MUJER.  Que sí, hombre, voy a por otra olla para ti…

HOMBRE.  Hostia.  Mira esto.

MUJER.  ¿Qué pasa?

HOMBRE.  (Señalando algo que ocurre a cierta distancia de ellos en la dirección en la que está situado el público) Afuera en la terraza.  Mira por el ventanal.

MUJER.  ¡Madre mía!  Es un…pájaro… muy raro.

HOMBRE.  ¿Habías visto uno parecido alguna vez?

MUJER.  Pues no sé … en los documentales de la tele.  Pero como por África o así. 

HOMBRE.  Menudo tamaño.

MUJER.  Sí, fíjate qué plumas tiene.  Dios, nunca había visto algo así…

HOMBRE.  Es tan potente… y tan… puro…

MUJER.  Y tan increíble…

HOMBRE.  Podríamos estar todo el día mirándolo  ¿verdad?  Se siente uno en armonía con la naturaleza.

MUJER.  Sí.

HOMBRE.  Uff.

MUJER.  (Suspira)

HOMBRE.  ¿Sabes?  A veces yo he llegado a pensar…

MUJER.  ¿Qué?

HOMBRE.  Que todo esto, la pandemia… tal vez sea una especie de venganza de la naturaleza ¿entiendes? 

MUJER.  Creo que sé lo que quieres decir.

HOMBRE.  Esto puede ser una oportunidad.  Suena fuerte pero… estábamos masacrando el medio ambiente y es normal que el planeta reaccione.  Es lógico ¿no?

MUJER.  A veces yo también he llegado a pensar que… el ser humano es el verdadero virus.

HOMBRE.  Justamente.  Tú lo has dicho.

MUJER.  Ajá.

HOMBRE.  Mira, qué movimientos tan curiosos.  Qué animal tan mágico.  ¿Lo grabamos?

MUJER.  Claro, y lo subimos a la red, la peña va a flipar.  Rápido, antes de que se vaya…

HOMBRE.  Vamos a ser trending topic.

MUJER.  ¡Hostia!  ¡Qué extraño graznido!

HOMBRE.  Me he quedado un poco… ha sido como… intimidatorio  ¿no?

MUJER.  Te vas a reír pero yo casi me he asustado.

HOMBRE.  Ya, bueno, tranquilidad.  La naturaleza es así.

MUJER.  Huy.  Te está… mirando…

HOMBRE.  Sí, y tiene un brillo extraño en sus ojos.

MUJER. Esto no me gusta.

HOMBRE. Es mejor no moverse.

MUJER. Cuidado, que avanza hacia ti.

HOMBRE.  Puede ser peligroso, ese pico tiene pinta de estar muy afilado.

MUJER. No puede romper el cristal ¿verdad?

HOMBRE. Por si acaso, no hagas movimientos bruscos, ni respires.

Tensión prolongada.

MUJER. (Respirando hondo al fin) Uff.    Se ha ido por allí.

HOMBRE.  Sí.  Qué velocidad de vuelo, ha desaparecido en un instante.

MUJER. Wow.  Ha sido intenso.

HOMBRE.  Mucho.

MUJER. Una auténtica experiencia.

HOMBRE.  Oye, ¿has visto eso?

MUJER.  ¿El qué?

HOMBRE.  Ahí, en la terraza.

MUJER.  Una mierda, qué asco.  En nuestra casa…

HOMBRE.  Se ve que no está enseñado.

MUJER.  Es enorme.

HOMBRE.  Claro, proporcional al tamaño del bicho.

MUJER.  ¿Y por qué se ha tenido que subir a la mesa para cagar?  Podía haberlo hecho en un rincón.

HOMBRE.  No sé, imagino que estará marcando territorio o algo así.

MUJER.  No, eso sí que no, que marque territorio en su puto pueblo en África, pero esta casa es nuestra.  No quiero que vuelva ¿eh?  ¿Me oyes?

HOMBRE.  Tranquilidad.  Imagino que está de paso, aunque con esta situación tan confusa igual se piensa que la jungla de asfalto es una especie de hábitat propicio para anidar.

MUJER.  ¡Madre mía!  Vamos a tener que desinfectar a fondo todo el patio.  Coge la fregona, venga.

HOMBRE.  Espera.  Mira.

MUJER.  Es el bicho.  Parece que vuelve.

HOMBRE.  Y con otro espécimen.  Será su pareja.

MUJER.  Estos quieren montar aquí el puto nido.

HOMBRE.  Tiene toda la pinta.

MUJER.  Ni hablar, yo no tolero que haya ocupas en mi terraza, con lo que nos ha costado pagar la hipoteca.

HOMBRE.  ¿Qué hacemos?

MUJER.  Pues toca defender el territorio, qué quieres que te diga.

HOMBRE.  Sí, no nos queda otra. 

MUJER.  Tú con la fregona y yo con la olla y el martillo, ¿estás listo?

HOMBRE.  (Armado con la fregona a la vez que lo graba todo con el móvil) A la de 1 a la de 2 y a la de  ¡AAAAAHHHHH, A LA CARGA!!!

MUJER.  ¡¡¡¡FUERA BICHOS DE MIERDA!!!!

Oscuro.

 




4.

SERVICIO ONLINE (TELETRABAJO).

 

En escena un nuevo personaje, un USUARIO  de servicios online.

USUARIO. Bueno, a ver en el móvil si hay algo interesante…  hoy es trending topic este vídeo…  ¿de qué va?… ¿qué leche es esto?  Uff… unas pobres aves exóticas golpeadas  por una pareja de… sádicos.  ¡Qué asco!  Madre mía ¡cómo está el mundo!  ¡Se están perdiendo los valores y la moral! 

Voy a ponerme a ver porno.

(Mira una página) A ver…

(Mira otra página) A ver…

(Mira otra página) A ver…

Pufff… solo están los vídeos de siempre… me los sé de memoria… en fin…  qué hartura y qué aburrimiento…

Bueno… a ver si hay alguna otra web interesante… noticias… compraventas… juegos de azar… y esta otra página… ¡ay va!  No sabía que esto existía… voy a probar…

Queda el USUARIO expectante tras clicar un enlace.

VOZ.  Bienvenido a tu parroquia, si quieres escuchar la misa, nuestro próximo pase comienza en 25 minutos…

Si lo deseas puedes mantenerte a la espera y te daremos unos consejos espirituales. 

Si pulsas  almohadilla puedes acceder a nuestra sección de novedades.

USUARIO.  ¿Dónde está la almohadilla?  Ah, aquí.

VOZ.  Bienvenido.  Si lo deseas puedes acceder a nuestro nuevo servicio: “la confesión online” pulsando “1”.

USUARIO.  ¿Confesión online?  Ole, qué adelantos.  Pues voy a probarlo… pulso “1”.

VOZ.  Bienvenido a la confesión online.  Si es usted usuario habitual de la parroquia, pulse aceptar.  Si es nuevo cliente, manténgase a la espera.

USUARIO.  Aceptar.

VOZ.  Para amenizar la espera le ofrecemos unos minutos de consejos espirituales: 

OTRA VOZ.  “ … ficarás las fiestas, honrarás a tu padre y a tu madre, no blasfemarás, no cometerás actos impuros…”

SACERDOTE.  (Cortando las voces anteriores) Buenas tardes.  Le atiende el padre Irureta.   Dígame su nombre, por favor, para poder dirigirme a usted.

USUARIO.  Buenas tardes, padre.  Me llamo Ramón.

SACERDOTE.  Hola Ramón.  ¿En qué puedo ayudarle?

USUARIO.  Pues verá, padre, he visto que ofrecen ustedes determinados servicios online.

SACERDOTE.  Así es, el confinamiento, lamentablemente, impide que nuestros feligreses accedan a los templos, por eso atendemos a nuestros fieles,  con ayuda de las nuevas tecnologías.  Por cierto,  ¿qué desea exactamente, qué servicio concreto?

USUARIO.  Una confesión.

SACERDOTE.  ¿La va a querer con cámara o en plan incógnito?

USUARIO.  Hombre, a mí me da un poco de vergüenza que se me vea durante la confesión.  Yo siempre recurría a la rejilla para preservar el pudor.

SACERDOTE.  Vale, en este caso, lo sustituimos por el pixelado de su imagen.

USUARIO.  Ah, mira qué bien.

SACERDOTE.  Y si quiere le podemos modificar la voz, incluso.  Esto de las nuevas tecnologías abre un abanico enorme de posibilidades.

USUARIO.  No, hombre, eso ya me parece una exageración.  Además, es como muy irreverente que usted me esté escuchando mis intimidades con voz de pitufo, por ejemplo.

SACERDOTE.  Sí, a mí cuando el usuario escoge ese filtro, siempre me da la risa.  Je, je, je, je, je, je, je, je, je

USUARIO.  Padre.

SACERDOTE.  Je, je, je, perdone, es que me acuerdo y no me puedo aguantar la risa.   Bueno, ya, ya se me pasa.

USUARIO.  Vale, pues, empezamos, entonces ¿no?

SACERDOTE.  Perdón, que tengo un niño con el traje de primera comunión esperándome, la criatura, en la otra línea.

USUARIO.  Ah, pero ¿también hacen comuniones?

SACERDOTE.  Sí, claro, enviamos la Sagrada Forma por mensajería urgente, la bendición no caduca hasta las 48 horas.

USUARIO.   ¿Padre?  ¿Está usted ahí?  Yo también quiero, entonces, un pedido de Sagradas Formas.  Un lote, si es posible.  ¿Se pueden congelar?  ¿Padre?  ¿Dónde se ha metido?

OTRA VOZ.  “…men de conciencia, dolor de los pecados, propósito de enmienda, decir los pecados al confesor y cumplir la peni…”

SACERDOTE.  Ya estoy de nuevo con usted, perdone, estaba tomando nota de la dirección del niño para enviarle su paquete.  A ver que me centre, ah sí, estábamos con su confesión.  Dígame un correo electrónico y nos ponemos en contacto con usted cuando tengamos un hueco.

USUARIO.  Ah, no.  Yo tengo mucha prisa y necesito que me confiese ahora mismo.

SACERDOTE.  Huy, eso no va a poder ser, hijo mío.  Estamos muy liados.  A no ser que haya cometido usted un pecado muy grave y en ese caso le haríamos una confesión exprés…

USUARIO.  Ah, pues… perfecto… me la pido… la confesión exprés…

SACERDOTE.   No es tan fácil.  Necesito pruebas.  Tiene usted que mandarme un email describiendo sus pecados e insertar una foto o un documento o un recorte de prensa… en fin, algo que acompañe la solicitud y que me convenza de que usted es tan malo que necesita la confesión-exprés.

USUARIO.  ¿En serio?

SACERDOTE.  Nos hemos visto obligados.  En este país, ya se sabe, hay mucha picaresca.  Necesitamos pruebas del delito.

USUARIO.  Pero eso nadie lo va a hacer, es algo autoinculpatorio, puede acarrear consecuencias legales muy serias.

SACERDOTE.  Usted no sabe de lo que es capaz, la gente, en este país, con tal de avanzar en una cola.

USUARIO.  Además, eso atenta contra el derecho a la intimidad.

SACERDOTE.  Una vez que terminemos el trámite, yo me comprometo a enviar el archivo a la papelera de reciclaje.

USUARIO.  Pero ¿qué garantía tengo yo de que ese documento va a desaparecer?

SACERDOTE.  Tiene que confiar en mí.

USUARIO.  Disculpe, padre, pero soy abogado y no confío ni en mi madre.  Y sepa usted que este modus operandi es denunciable por atentar contra la ley de transparencia y la/

SACERDOTE.  (Interrumpiéndole) No, por favor, no nos metamos en líos judiciales, caballero.  

USUARIO.  (Enfadado) Bueno, yo quiero que me confiese usted ahora mismo… o de lo contrario… la próxima vez que rellene mi declaración de la renta, me lo voy a pensar, antes de destinar el 0’7 por ciento a la iglesia.

SACERDOTE.  ¿Me está usted amenazando?   ¡¿A mí?!  Pues sabe lo que le digo, que por su soberbia y su egoísmo le voy a poner penitencia extra, voy a anotarlo ahora mismo para que no se me olvide.

USUARIO.  No se me ponga autoritario.

SACERDOTE.  (Indignado)  Es que está usted cometiendo… ¡un pecado muy grave!

USUARIO.  Ah, ¿es un pecado grave?

SACERDOTE.  Gravísimo.

USUARIO.  Pues entonces… tengo derecho a la confesión exprés.

SACERDOTE.   ¿Eh?

USUARIO.  Pues fenómeno.  Empezamos ya ¿no?

SACERDOTE.  (Para sí, desesperado)     ¡Odio el teletrabajo!  ¡Yo… dimito…! ¡Lo dejo… para siempre!

USUARIO.  Padre,  no habrá colgado… ¿verdad?

SACERDOTE.  Voy a colgar sí… voy a colgar los hábitos, ahora mismo…

USUARIO.  Oiga… ¿está usted ahí? 

VOZ.  Esperamos haberle sido de utilidad.

USUARIO.  ¡Será posible!  ¡Oiga!  ¡Dónde se habrá metido el cura este!  No pretenderá dejarme con la palabra en la boca…   Oiga, conteste.  ¿Hay alguien ahí?

VOZ.  “Gracias por acceder a –miparroquiapuntocom-.  Le rogamos que nos ayude a evaluar nuestro servicio online para seguir mejorando.  Del 0 al 10 ¿cómo valora la confesión?”.

Oscuro.


PARA LEER EL TEXTO COMPLETO ENVIAR MENSAJE A: 

 tomasafan@hotmail.com

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