(Nos
encontramos en un espacio etéreo, que nos sugiere una especie de azotea de
rascacielos. Se intuyen las nubes
rodeando a los personajes, y un muro protector no muy alto, rodea, al fondo,
parte del perímetro)
PRIMERA
PARTE. CURRÍCULUM.
(En escena
una MUJER)
(Nuestra
protagonista transmite cierta rigidez, y un inmenso agotamiento acumulado a lo
largo de múltiples decepciones, que trata de disimular)
MUJER:
Estimadas,
estimados, amigos, amigas.
Un preámbulo
precede, necesariamente, a la presentación.
Ante todo,
deciros que no pretendo robaros
vuestro tiempo, ni aburriros con
detalles sobre mi persona.
Soy de pocas
letras. Y voy a mostraros mis datos esenciales. Para que podáis decidir sobre mí.
Si Sirvo.
O no sirvo.
Vosotros, al
final, lo diréis.
Bien. Pasemos al primer bloque.
(Aparece un
segundo personaje, es un HOMBRE)
HOMBRE.
Hola.
(La MUJER
emite un sonido desaprobatorio, como pidiendo silencio al recién llegado)
HOMBRE.
Perdón.
I.
FOTO:
(La mujer
adopta una postura rígida, como posando.
Trata de concentrar la atención hacia su rostro)
MUJER.
Foto.
Aquí la
tenéis.
La imagen
insertada que estáis viendo en este momento, es para daros una impresión breve
y certera de cómo soy en realidad.
¿Qué tal?
Espero que
os parezca bien, mi aspecto físico.
(Se coloca
de perfil, respecto al público)
MUJER.
Sé que
tenéis mucha prisa y una ingente cantidad de perfiles como el mío para
valorar.
Pero os
pediría que volvieseis a echar una hojeada a mi imagen, y sobre todo me gustaría que os fijaseis en mi sonrisa,
por favor, acercad la mirada un poco.
¿Lo veis?
La foto es
algo borrosa, tenéis razón.
Pero es culpa de la impresora.
Por favor,
os ruego que hagáis un esfuerzo para fijaros en cómo la mirada transmite mi
rotundo gesto de optimismo inalterable, capaz de superar los mayores desafíos y
contratiempos.
(Incapaz de
reprimir un nervioso suspiro)
MUJER.
Aunque todo
esto tal vez sea una pérdida de tiempo, porque los cabezales no estaban bien
alineados, y mis rasgos, en realidad, no aparecen del todo nítidos, ¿verdad?
(Silencio)
(Denso)
(Tenso)
(Extenso)
(El otro
personaje aplaude con timidez, como para animar a la chica)
(Ella,
desanimada, se dispone a marcharse de escena.
Avergonzada. Derrotada)
HOMBRE.
Eh.
HOMBRE.
(Tratando de
frenar el mutis de la MUJER) Espera.
(El HOMBRE,
que ha quedado solo, introduce las manos
en sus bolsillos, y compone su cotidiano gesto de aburrimiento)
(Aparece un TERCER PERSONAJE.
El HOMBRE le aborda, pese al aire poco sociable que transmite el recién
llegado)
HOMBRE.
Hola.
TERCER PERSONAJE.
Hola.
HOMBRE.
¿Nos conocemos?
TERCER PERSONAJE.
¿Qué?
HOMBRE.
Hemos hablado antes, ¿no?
TERCER PERSONAJE.
Pues sinceramente…
HOMBRE.
No lo recuerda.
TERCER PERSONAJE.
No.
HOMBRE.
Es normal.
TERCER PERSONAJE.
¿Sí?
HOMBRE.
Somos tantos aquí.
TERCER PERSONAJE.
¿Cuántos?
HOMBRE.
Muchos. Millones.
Imagino.
TERCER PERSONAJE.
¿Tantos?
HOMBRE.
No los he contado.
Pero supongo que la cantidad de habitantes de este lugar es
enorme.
¿No?
TERCER PERSONAJE.
Exagera, creo.
(Reaparece
la MUJER, haciendo esfuerzos por volver a motivarse)
(Ella
persevera en su empeño)
MUJER.
En fin,
pasemos al siguiente bloque.
II.
DATOS
PERSONALES:
MUJER.
Datos
personales.
Aquí, en
este punto, podéis ver todo lo que me define.
Lo que me diferencia. Lo que me
hace única.
Este
apartado soy yo, pero en lugar de colores y rasgos, ahora me dibujan los datos
y las cifras.
¿Qué
tal? ¿Os gusta lo que veis?
Os noto
serios.
(Cae en la
cuenta)
MUJER.
Ah. ¡Ya!
Habéis visto
mi edad. ¿No?
Tengo que
decir en mi descargo, que los números (igual que la foto), no dejan ver mis
verdaderas cualidades.
¡Pero
vosotros siempre os empeñáis en fijaros en eso!
Estoy un
poco a la defensiva, debéis entenderlo.
Hasta conseguir, una ocupación, mi estado natural es la: preocupación.
En fin. Seguimos con mis datos.
MUJER.
A
continuación, podéis ver mi sexo.
Si os
apetece.
¿Qué?
¿No queréis
echarle un vistazo a mi género?
Está
bien.
No hace
falta ponerse tensos.
De
acuerdo.
Pasemos al
siguiente punto.
(Pasando
página)
MUJER.
Estado
Civil.
Antes,
estaba emparejada, no era únicamente un folio en soledad, como ahora.
Éramos una
pareja de papeles bien encuadernada.
Pero las
circunstancias mandan, y el hecho de comprobar que los encargados de personal
rara vez llegan a examinar la segunda página de un currículum, me llevó a
romper aquella relación.
Mi pareja lo
comprendió.
No quería
perjudicarme.
Así que
reuní toda mi trayectoria en este único espacio que ahora veis, y me dispuse a
afrontar en soledad el reto de mi inserción en el mercado laboral.
(Suena un
móvil)
(Tras
mirarse, los tres personajes, con gesto
acusatorio, descubren que el sonido procede de la MUJER)
(Ella tantea
entre sus ropas, hasta que encuentra el lugar en el que está el aparato)
MUJER.
Oh no.
(Ella trata
de apagar el aparato, para que cese el desagradable sonido. Pero es incapaz)
MUJER.
(Viéndose
obligada a descolgar y a hablar.
Mantiene un tenso diálogo con su interlocutor a través del móvil)
Oye.
Escucha.
No, escucha
tú.
No puede
ser. Ya te lo he dicho.
No me
molestes ahora. Estoy…
Sí…
Y tú también
deberías intentarlo.
ELLA.
(Saliendo de
escena para preservar cierta privacidad en su conversación telefónica) Lo
sé. Yo también te echo de menos pero
esto fue una decisión que tú y yo…
(Los que han
quedado en escena, tras observar atentos el mutis de la MUJER, se miran ahora,
tímidos, sin saber cómo iniciar un diálogo)
HOMBRE.
¡Vaya!
TERCER PERSONAJE.
¿Qué?
HOMBRE.
No. Nada.
TERCER PERSONAJE.
Ah.
HOMBRE.
Sí.
(Silencio)
HOMBRE.
¿Fuma?
TERCER PERSONAJE.
Claro, a eso
he subido.
HOMBRE.
Yo también.
(Silencio)
HOMBRE.
¿Tiene?
TERCER PERSONAJE.
No. Yo no.
HOMBRE.
¿No?
TERCER PERSONAJE.
No.
HOMBRE.
Ya.
TERCER PERSONAJE.
¿Y usted?
HOMBRE.
Sí pero.
TERCER PERSONAJE.
No quiere
compartir.
HOMBRE.
No es eso,
es que tengo uno solo.
TERCER PERSONAJE.
Fúmeselo no
hay problema.
HOMBRE.
Me da apuro.
TERCER PERSONAJE.
De
verdad. Fume usted. A mí me basta respirar el humo sobrante que
exhale.
(El HOMBRE,
extrañado, extrae un cigarro que escondía en un calcetín)
(A
continuación busca en los bolsillos de
su ropa y encuentra al fin un mechero.
Se dispone a encender el cigarrillo ante la atenta y algo ansiosa mirada
de su interlocutor pero irrumpe de nuevo la mujer, con renovados bríos)
III.
APTITUDES.
MUJER.
Aptitudes.
Que puedo
decir de mis aptitudes.
He sido
entrenada para desarrollar mi labor, al pié de la letra.
Soy
ordenada, como podéis ver, por mi disposición.
Pulcra y
concentrada.
Jamás
sobrepaso los márgenes. Sé que asomarme
a ellos, puede ser mal interpretado por mis posibles empleadores.
Mi
orientación es la convencional y soy una
persona bastante usual, mis caracteres son legibles (no sufro altibajos de
humor ni de renglón), y previsibles.
Respeto
disciplinadamente el interlineado, sin dobleces ni ocultas intenciones. Y la jerarquía (de mayúsculos y minúsculos).
En fin, soy
una mujer de palabra. Eso es obvio.
Y no puedo
ser de otra manera.
Es lo que
toca.
¿No?
Hay que
resignarse.
(Escrutando
la reacción de su reducido público)
MUJER.
No sé si os
sirvo.
El único
anhelo que impulsa mis párrafos, es el tratar de ser útil.
(La mujer ha
quedado expectante, pero la nula reacción de sus interlocutores, le lleva a
exteriorizar una cierta sensación de desánimo)
MUJER.
Me queda
añadir una nota.
Perdonad que
me siente. Mis pies (de página) están exhaustos de arrastrarme, de un lado para
otro.
(Se sienta)
MUJER.
(Angustiada)
Si finalmente, no reúno las condiciones
que andáis demandando, os pediría que no me depositéis en la papelera física, y
menos aún en la de reciclaje. Acabar
allí, me temo que acentuaría de un modo irreversible, mi terror al vacío y mi
inseguridad.
(La mujer ha
quedado estática con la mirada perdida, como hundida en el pozo de sus
angustias. Incapaz de nadar hasta la
superficie)
(El hombre
del cigarrillo, al fin se siente habilitado
para prender el fuego de su mechero y permitir que entre en combustión
el tabaco de su cigarrillo, que saborea con gusto)
(Ante el
mutismo de la MUJER, continúan su interrumpido diálogo los otros dos
personajes)
HOMBRE.
¿Y usted?
TERCER PERSONAJE.
¿Y yo?
HOMBRE.
¿Cuál es su
historia?
TERCER PERSONAJE.
Mi historia.
HOMBRE.
Sí.
TERCER PERSONAJE.
¿Quiere
oírla?
HOMBRE.
Sí, claro.
TERCER PERSONAJE.
¿Por qué?
HOMBRE.
No sé.
¿Qué otra
cosa podemos hacer?
(Silencio)
HOMBRE.
Además de
fumar y de, en fin… lo demás…
TERCER PERSONAJE.
Tiene razón.
(El otro
asiente)
TERCER PERSONAJE.
Para mí no
es fácil hablar y menos aún exteriorizar mis problemas, ni mis sentimientos.
HOMBRE.
¿No?
TERCER PERSONAJE.
No.
HOMBRE.
Vaya.
TERCER PERSONAJE.
Pero está
bien.
Creo que…
HOMBRE.
¿Sí?
TERCER PERSONAJE.
Le voy a
contar mi historia.
Toda mi
historia.
(Se dispone
a comenzar su monólogo el TERCER PERSONAJE, pero se ve súbitamente
interrumpido. De pronto, como activada
por un resorte invisible, la MUJER, que
regresa del pozo de su desesperación, vuelve a captar la atención de su
mínimo auditorio)
IV.
EXPERIENCIA.
MUJER.
Último
bloque: Experiencia.
Cómo salir
de aquí… De este papel. Que me ha tocado
personificar.
De sentirme
intercalada en una existencia tan plana, tan carente de profundidad.
De ser
considerada por todos, una especie de ejemplar anodino, algo arrugado.
Ligera. Quizá extremadamente delgada.
Blanca…
pálida a más no poder.
(…)
Esto es todo
lo que soy.
Mi
vida.
Mi
sentido.
Mi
capacidad.
En una hoja
de papel.
Esta, esto, que soy yo, ahora.
Una persona
reducida a sus utilidades.
El ser
humano convertido en sus números.
Una nueva
deconstrucción personal.
Cómo he
llegado hasta aquí dentro, os preguntaréis.
No me
desperté así, de pronto, una mañana. No
fue un proceso radical.
Sino el
producto inapelable de una lógica económica.
Pasé de ser
persona a convertirme en personal (laboral), un buen día.
Después
empezaron a considerarme un mero perfil (productivo).
Reducido.
Simbólico.
Bidimensional.
El proceso
era irremisible.
Hasta llegar
a lo que ahora soy…
Y no es agradable esta fragilidad de sentirse
arrastrada por las corrientes de la economía, que con un ligero soplo pueden
convertirme en papel mojado, arrugado, en el sumidero del mercado laboral.
Yo, no es
que anhele mi existencia tridimensional.
Pero… Cuando
era algo más que un documento mal apilado en los archivadores de los departamentos
de personal. Las cosas eran diferentes.
Eso está
claro.
Y no es mi
intención quejarme, nada más lejos.
Somos
muchas, demasiadas, las que aguardamos pacientemente en la sala de espera del
oscuro buzón.
Y las que
pugnamos por destacar en la minúscula rendija bajo las puertas de las oficinas.
Pero…
Todas
tenemos un papel en la vida.
Y este es el
mío.
Ser un
currículum.
Nada más que
eso.
MUJER.
(Dirigiéndose
al TERCER PERSONAJE, que la observa con cierto aire compasivo) ¿Y el tuyo?
TERCER PERSONAJE.
¿Qué?
MUJER.
¿Cuál es tu
papel?
TERCER PERSONAJE.
Mi papel.
MUJER.
Sí.
TERCER PERSONAJE.
No sé.
MUJER.
(Al HOMBRE) ¿Y
el tuyo?
HOMBRE.
Yo creo que…
Yo creo que
ya no tengo papel.
MUJER.
¿Cómo
dices? Eso es imposible.
HOMBRE.
No lo es.
MUJER.
¿No?
HOMBRE.
Se puede
vivir sin papel.
MUJER.
No. Yo no.
No puedo.
Soy
esto. Y ya está.
HOMBRE.
Y ya está.
MUJER.
Y no nací
así.
Ni mucho
menos.
Yo era como
vosotros.
Tridimensional.
Libre.
Atrevida.
Hasta que…
¿Lo
recordáis?
HOMBRE.
¿El qué?
(El TERCER PERSONAJE se encoge de hombros)
MUJER.
De improviso
sobrevino el momento terrible en que se produjeron las brutales erupciones del
magma empresarial.
HOMBRE.
¿Erupciones,
qué erupciones?
TERCER PERSONAJE.
Fueron
explosiones. No erupciones. Todo lo provocaron aquellos malditos aviones.
MUJER.
(Ignorando
las réplicas de los otros)
Y el volcán
del superávit económico, que veíamos todos los días desde nuestras ventanas
(presidiendo imponente el paisaje de las hojas de cálculo), explotó.
Vertiendo
toneladas de magma industrial, erosionando el terreno laboral radicalmente.
Convirtiendo
en humo las riquezas y hundiendo en simas deficitarias, el perfil del panorama
que se veía desde entonces en nuestras resquebrajadas ventanas.
(Silencio)
MUJER.
Muchos
fueron sorprendidos por los ríos de
lava. Y yacen ahora atrapados en las
entrañas de la precariedad subterránea y de la economía sumergida.
Otras, nos
vimos cubiertas poco a poco por la lluvia continua e incesante de cenizas, de
las chimeneas de la bancarrota.
(…)
Y ahora.
Yo.
Estoy aquí.
Ya me
veis.
Reducida
a la condición de mero currículum que
arrastra sus palabras gastadas, sus frases tediosas, sus oprimidos párrafos de
oficina en despacho, de empresa en franquicia, para ser objeto de una esquiva
mirada.
Una fugaz
valoración.
Y una
protocolaria
despedida.
MUJER.
(Comenzando
a desdibujarse, consciente de que es la
hora de pasar página)
Aunque no
soy intachable (nadie lo es en mi situación)...
me gustaría
haberos dado una buena...
..."impresión".
(Para leer el texto completo enviar mensaje
a tomasafan@hotmail.com)
No hay comentarios:
Publicar un comentario