Escena 2.
BLAS Y SALVADORA SE CONOCEN.
(En el suelo BLAS, pide limosna, junto a él, de pié, SALVADORA, le escucha con interés)
BLAS.
Yo soy un triunfador, no se equivoque. He ganado de todo, una quiniela de doce, un
peluche en la tómbola y un montón de reintegros de la lotería... me gusta
ganar, no lo puedo evitar. Y también me
gusta mucho el arroz con leche, aunque no venga a cuento.
SALVADORA.
No, en realidad no.
BLAS.
Por eso, esto para mí es una vergüenza muy
grande, pero...
SALVADORA.
No tiene que avergonzarse hombre, a quién más
y a quién menos, le puede gustar bastante el arroz con leche.
BLAS.
No, si yo me avergüenzo de lo de tener que
pedir limosna, aquí en mitad de la vía pública.
SALVADORA.
Ah, ¿es eso?
Tome.
(Le da una moneda)
BLAS.
Ché.
Pero es para un vicio, que conste.
SALVADORA.
Ah.
BLAS.
Yo es que soy muy vicioso y tal, no puedo evitarlo, me meto en
todos los vicios, es superior a mí. Soy
vicioso, pero sincero, ¿sabe?, no por nada, ni por ética, que yo la ética me la
paso por el forro, lo que pasa es que no sé.
No sé mentir.
SALVADORA.
¿No sabe mentir?
BLAS.
No sé mentir, no. Y por eso me veo como me veo. Por decir la verdad.
SALVADORA.
¿Y eso?
BLAS.
Joer, que resulta que soy drogadicto, pero de
los de barrio, de los de familia obrera,
y como cuando se lo confesé a mi familia, lo de la adicción, me echaron a patás del domicilio paterno y
materno, pues me tuve que ver obligado al sector de la delincuencia
mayormente. Pero el tema es que no
falla, cada vez que pego un palo, me detienen fijo.
SALVADORA.
Ah, ¿sí?
¿Por qué?
BLAS.
Por culpa del chivatazo.
SALVADORA.
Le delatan sus compinches, ¿verdad?
BLAS.
Que no, que soy yo el chivato, bueno el
sincero. Es que es más fuerte que yo,
tengo que decir siempre, siempre, la verdad, y así me va.
SALVADORA.
Entiendo.
Qué bonito ejemplo de filantropía el suyo.
BLAS.
Bueno, si usted lo dice... pero putea.
SALVADORA.
Es usted tremendo. Me encanta.
BLAS.
¿Le encanto?
SALVADORA.
Ajá.
BLAS.
Gracias mujer.
SALVADORA.
No hay de qué, hombre.
BLAS.
Oiga.
Si no es demasiada curiosidad, ¿yo puedo hacerle a usted una pregunta,
que yo me pregunto?
SALVADORA.
Adelante, adelante.
BLAS.
¿Y usted por qué sonríe todo el rato?
SALVADORA.
¿Yo?
Nada, porque me han encontrado una enfermedad terminal, y estoy super
ilusionada.
BLAS.
No joda. ¿Una enfermedad?
SALVADORA.
Terminal, sí.
BLAS.
De las de morirse pronto.
SALVADORA.
De ésas, de ésas.
BLAS.
Qué puteo, ¿no?
SALVADORA.
Qué va, para nada, todavía me queda un año de
vida.
BLAS.
Jodeerr.
SALVADORA.
Y lo voy a aprovechar a tope ¿sabe? Bueno y tengo tiempo de sobra para cumplir mi
misión
BLAS.
¿Misión?, ¿es usted agente espía o algo?
SALVADORA.
No, soy una paisana normal y corriente.
BLAS.
Pero con misión.
SALVADORA.
Exacto, con misión.
BLAS.
Pero, ¿qué clase de misión? ¿De misionera?
SALVADORA.
No, qué va. Yo, bueno, lo mío, es únicamente
que voy a cambiar el mundo.
BLAS.
Ah.
SALVADORA.
Sí.
BLAS.
El mundo. ¿Cuál mundo?
SALVADORA.
Éste.
No sé. El nuestro.
BLAS.
¿El nuestro?
SALVADORA.
Sí, claro, el nuestro, el suyo y el mío.
BLAS.
¿El suyo y el mío?
SALVADORA.
Sí, y el de más gente, claro… ji, ji.
BLAS.
Se está usted quedando conmigo todo el rato,
¿eh golfa?
SALVADORA.
¿Qué?
BLAS.
No. No
se está quedando conmigo, por la cara que ha puesto, yo para mí que habla en
serio.
SALVADORA.
Sí, sí, claro, yo siempre hablo en
serio. Me pasa como a usted con lo de
mentir. Yo no sé hacer bromas, soy muy
torpe, ji,ji. No me sale.
BLAS.
Ya.
SALVADORA.
No se me da bien.
BLAS.
Lo de las bromas no se le da bien.
SALVADORA.
No. Se me da fatal.
BLAS.
Pero lo de cambiar el mundo, sí se le da
bien.
SALVADORA.
Ah sí, eso fenomenal. Claro.
BLAS.
Ah.
SALVADORA.
Yo he nacido para cambiar el mundo. Sí.
Eso está claro, claro, superclaro.
BLAS.
Ya. ¿Y en qué sentido va a ser el
cambio? Lo digo para irme preparando el
cuerpo.
SALVADORA.
En positivo.
BLAS.
En positivo, eso está bien.
SALVADORA.
Sí, voy a hacer que todo sea feliz, ideal y
eso.
BLAS.
Bueno, bueno, qué notición, ¿no?
SALVADORA.
Sí, bueno, yo ya lo tengo asumido y no le doy
mayor importancia. Pero entiendo que a
usted que le pilla de nuevas, pues, le haga ilusión saberlo.
BLAS.
Sí.
SALVADORA.
Ajá.
BLAS.
Un mundo feliz, ¿No?
SALVADORA.
Sí, sí, sí.
BLAS.
Ah.
SALVADORA.
Este año, además, va a tener que ser. Porque ahora cuando he recogido los análisis
del médico, pues, resulta que es el tiempo que me queda. Pero fenomenal, yo me lo tomo todo en plan
positivo. Así tengo que correr más, y
así hago más feliz a la gente en menos tiempo.
BLAS.
Vaya. Malegro.
SALVADORA.
Sí.
Normal.
BLAS.
Pero lo de su enfermedad, es seguro,
entonces.
SALVADORA.
Sí, sí.
Irreversible del todo. Aquí lo
pone en el papelito. Tome, mire.
BLAS.
(Leyendo el papel que le acaba de dar
SALVADORA) Eh, sí. Irreversible del
todo. Es verdad.
SALVADORA.
Eso es. Sí.
Yo no suelo mentir, tampoco, no.
BLAS.
Ya veo, ya.
SALVADORA.
Y bueno, en un año, tengo tiempo de
sobra. Así que váyase preparando que en
unos meses todos sus problemas se han acabado.
(SALVADORA se pone en cuclillas para observar
de cerca el rostro de BLAS)
SALVADORA.
¿Qué le pasa, por qué llora?
BLAS.
No lloro.
Bueno, sí lloro, es que no puedo mentir, ¿lo ve... señora...?
SALVADORA.
Soy Salvadora.
BLAS.
Yo soy Blas.
SALVADORA.
Tanto gusto.
(Se dan dos besos en las mejillas de
presentación)
BLAS.
En fin, Salvadora, que me da mucha lástima
usted.
SALVADORA.
¿Lástima yo? Qué tontería. Si soy superfeliz.
BLAS.
Ea, eso es, que es usted una infeliz.
SALVADORA.
¿Qué?
BLAS.
Nada mujer, yo no puedo quitarle a usted la
ilusión.
SALVADORA.
¿A qué se refiere?
BLAS.
Está usted tan gilipollas que me ha hecho
reconsiderar mi vida. Y perdone lo de gilipollas pero es que...
SALVADORA.
Ya sé, que no puede usted...
BLAS.
Eso.
SALVADORA.
Bueno.
BLAS.
Y en fin, que me voy a quitar de las drogas y
todo.
SALVADORA.
¿Sí?
BLAS.
Por mis muertos.
SALVADORA.
Como quiera.
BLAS.
Porque yo creía que no podía existir nadie
más desgraciao que yo, y cuchi por donde, resulta que estaba equivocado.
SALVADORA.
No, pero si yo...
BLAS.
Y la voy a ayudar a usted, a cambiar el
mundo, porque en un año no sé yo…
SALVADORA.
No se moleste, hombre de Dios. Si tengo
tiempo de sobra.
BLAS.
Bueno, por si acaso.
(Se marchan juntos)
Escena 3.
INTERCAMBIO DE PAREJAS.
(En escena CELIA y PABLO, miran hacia todos
lados con curiosidad, están en un lugar al que nunca antes habían ido. Irrumpen luego, con cierta timidez, BLAS Y
SALVADORA)
CELIA.
Hola.
BLAS.
¿Qué hay?
SALVADORA.
Buenas.
PABLO.
Buenas.
SALVADORA.
¿Aquí es lo del intercambio de parejas?
PABLO.
Sí señorita.
BLAS.
Ah.
CELIA.
Aquí mismo es.
SALVADORA.
Vaya.
PABLO.
Sí.
CELIA.
¿Ustedes vienen?
BLAS.
A lo del intercambio.
SALVADORA.
Sí.
PABLO.
Vaya.
CELIA.
Ajá.
PABLO.
Muy bien.
SALVADORA.
Sí.
BLAS.
¿Por probar?
PABLO.
Claro.
SALVADORA.
Sí.
PABLO.
Por probar.
SALVADORA.
Cosas nuevas.
CELIA.
Ya.
BLAS.
¿Ustedes son pareja?
PABLO.
Sí, sí.
Bueno. Pareja no, pero somos
amigos. ¿No?
CELIA.
Lo que tú quieras.
PABLO.
Vale, pues sí, somos amigos.
BLAS.
Ah.
PABLO.
¿Y ustedes?
SALVADORA.
Nosotros nos acabamos de conocer.
BLAS.
Pero ya estamos un poco hartos y queremos
abrirnos un poco.
CELIA.
Ajá.
PABLO.
¿Por probar?
BLAS.
Claro.
CELIA.
Claro.
Igual que nosotros.
PABLO.
La monotonía es muy mala.
BLAS.
Bueno, pues vamos a intercambiarnos, venga.
CELIA.
Vamos.
SALVADORA.
Sí.
PABLO.
Eso.
BLAS.
A intercambiarse, venga.
CELIA.
Venga.
(Se intercambian)
PABLO.
Ya estamos intercambiados, ¿no?
SALVADORA.
Pues…
CELIA.
Supongo…
SALVADORA.
Aunque...
BLAS.
Oye.
PABLO.
¿Qué?
BLAS.
Es que.
PABLO.
¿Qué?
BLAS.
Que yo prefiero con una chica.
PABLO.
Ya, y yo.
Pero da mucho corte.
BLAS.
Sí, pero, yo es que soy heterosexual.
PABLO.
Y yo también.
BLAS.
¿Entonces?
PABLO.
¿Qué?
BLAS.
Que lo normal, entonces, es que nos vayamos
cada uno con una chica.
PABLO.
Sí, ¿no?
BLAS.
Sí.
PABLO.
Bueno, yo qué sé, es que como en el gimnasio,
los chicos se meten en el vestuario de los chicos y las chicas con las chicas.
BLAS.
Ya, pero esto es diferente.
PABLO.
Vale, pues por mí mejor.
BLAS.
Esperad chicas.
ELLAS.
¿Eh?
PABLO.
Que hemos pensado, que a lo mejor es mejor
que nos mezclemos chicos con chicas.
CELIA.
Uff menos mal. Nos habíamos asustado.
SALVADORA.
Sí, así de primeras creíamos que...
PABLO.
Jejeje.
BLAS.
Que nos habíamos vuelto gays.
SALVADORA.
Sí, claro, como nos acabamos de conocer
casi... pues no sabemos los gustos de cada uno.
CELIA.
Aunque yo soy bisexual ¿eh? A mí no me habría
importado.
SALVADORA.
No. Ni a mí.
BLAS.
¿Y a ti?
PABLO.
Yo qué sé.
Si acaso por probar...
Escena 4.
EL EMBARAZO.
(Está PABLO sólo, en escena, tratando de
hacer nudos con una cuerda, de pronto irrumpe CELIA, con un test de embarazo en
las manos)
CELIA.
Estoy embarazada.
PABLO.
¿Eh?
CELIA.
Sí.
PABLO.
No puede ser.
CELIA.
¿Por qué?
PABLO.
Porque no hicimos nada en el intercambio de
parejas.
CELIA.
¿Ah, tú no?
PABLO.
No, ni tú, ¿verdad?
CELIA.
Pues...
PABLO.
No me jodas.
¿Me fuiste infiel?
CELIA.
Nos acabábamos de conocer.
PABLO.
Razón de más;
no podías estar cansada de mí. No
te había dado tiempo.
CELIA.
Sí.
Pero estábamos allí, en un sitio dedicado al sexo, pues yo creía que...
PABLO.
¿Qué?
¿Entonces si pisas una funeraria te tienes que morir a la fuerza?
CELIA.
No.
PABLO.
¿Entonces?
CELIA.
¿Por qué fuimos a un sitio así, si eres tan
celoso?
PABLO.
Pues no sé, por ir a alguna parte. Yo qué sé.
No había que follar a la fuerza si no querías. Es como si vas a un bar y no bebes
alcohol. Te puedes pedir un zumo de
tomate y nadie te va a echar de allí.
CELIA.
Sí, eso es verdad. Jo. Me
siento fatal.
PABLO.
¿Y de quién es la criatura?
CELIA.
No sé.
PABLO.
Tú sabrás con quién te lo hiciste.
CELIA.
Con quienes...
PABLO.
Eh...
¿Sí?... ¿Con quienes?
CELIA.
Con Blas y con Salvadora.
PABLO.
Qué promiscuidad, virgen santa.
CELIA.
Es que ella se aburría contigo y...
PABLO.
Pues a mí me dijo que se lo estaba pasando fenomenal,
que le encantaban mis poesías.
CELIA.
Quizás para no herirte.
PABLO.
No creo, parecía disfrutar tela, sobre todo
con los versos endecasílabos. Le recité
cuatro sonetos.
CELIA.
Me temo que no fueron suficientes cuatro sonetos
para dejarla satisfecha...
PABLO.
¿No?
CELIA.
Créeme: No.
PABLO.
Lo sabía, tenía que haberle recitado una égloga.
CELIA.
¿Una égloga?
PABLO.
Es más sexy, ¿no crees?
CELIA.
Regular...
PABLO.
Bueno, el caso es que algo habrá que hacer
con lo que venga, la criatura, y eso...
CELIA.
No te preocupes, voy a abortar.
PABLO.
¿Estás loca?
CELIA.
¿Por qué?
PABLO.
No sé, podrías hacerle daño.
CELIA.
De eso se trata.
PABLO.
Pero eso es cruel.
CELIA.
No es cruel.
Por Dios, es sólo un puñado de células.
PABLO.
Igual que tú y que yo. Un elefante, de hecho, también es un puñado
de células, sólo que más grandes...
CELIA.
Lo que yo tengo dentro no es todavía una
persona, ni mucho menos.
PABLO.
¿Cómo lo sabes?
CELIA.
Lo sé.
Me pusieron un vídeo de pequeña en el colegio.
PABLO.
¿A qué clase de colegio fuiste tú? Normalmente en los colegios siempre ponen un
vídeo en contra del aborto.
CELIA.
Pues en el mío no. Me crié en un país del tercer mundo
superpoblado, en el que hay una tasa demográfica que amenaza con acabar con
todo, así que allí animan a las niñas para que aborten.
PABLO.
Ah, qué cosas.
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